TEREZÍN

A 65 kilómetros de la bella Praga, en la República Txeca, está la pequeña fortaleza de Terezín, el campo de concentración nazi de la Segunda Guerra Mundial.

Una posible excursión de menos de un día desde Praga, es visitar el complejo de Theresienstadt, que era el campo de concentración o fortaleza pequeña y posteriormente visitar el gueto judío o fortaleza grande. Si queremos conocer un poco la historia sobre estas fábricas de prisioneros y muertos, la oportunidad de llegar hasta la ciudad de Terezín es muy recomendable. No todo fue el campo de Auschwitz y Birkenau en Polonia desde el año 39 al año 45. Se puede reservar visita guiada en un español muy aceptable. INFO: http://www.pamatnik-terezin.cz


El lugar es accesible en autobús desde la estación de Nadrazi Holesovice, en aquel momento en el año 2010, desde el andén número siete dirección Litomerice. Alcanzable en 50 minutos de trayecto.

Por entonces teníamos una temperatura de menos siete grados con todo absolutamente nevado y la nieve llegaba literalmente a los tobillos. Hay escenas y parajes inolvidables e incluso de pena absoluta dada la soledad y tristeza del lugar. En la visita tan sólo eramos ocho personas. Tétrico.

La visita a la pequeña fortaleza empieza entrando y pasando por la oficina donde esperaban los presos a ser registrados, interrogados, obligados a entregar sus pertenencias y ser vestidos.

Posteriormente al entrar al primer patio, se pasaba por debajo de la típica puerta con la famosa frase alemana: «ARBEIT MACHT FREI«. El trabajo os hará libres. Así era la habitual y estandarizada entrada a un campo de concentración alemán.

Había celdas colectivas o individuales, y era evidente el tipo de penurias vividas dadas las instalaciones tan pésimas y rudimentarias. Camas de madera y pocas estufas para poder aguantar el terrible frío.

Conocimos las duchas, hornos para quemar ropa usada e incluso una especie de barbería apodada «modelo«, que nunca se llegó a utilizar. Fue creada para engañar a la cruz roja en una visita y hacer ver que los presos eran tratados con todas las medidas humanas.

Seguimos la visita por un túnel hasta llegar a una especie de patio donde fueron ejecutados más de 300 personas y justo al lado del patio había también una horca. En esta zona al lado de la morgue, consiguieron escapar algunos presos con ayuda de una escalera por unas cornisas. Vimos que las cortaron después los alemanes para evitar más saltos. Aquí había una piscina para disfrute de soldados. Más tarde vimos un vídeo explicativo y tuvimos tiempo libre para visitar otro patio destinado a mujeres encarceladas.

En la entrada está el cementerio Nacional con una enorme «Estrella de David», donde yacen más de 10.000 víctimas del campo de concentración.


La otra parte de la visita, también muy interesante, es conocer la fortaleza grande que hoy en día es la gris población de Terezín. Aquí es donde se asentó el gueto principal judío y en la actualidad todavía quedan las tristes huellas del pasado en un espacio verdaderamente amargo. De un sitio a otro hay unos veinte minutos de recorrido caminando.

En el interior se puede visitar el museo del gueto, donde aparecen dibujos de niños que vivieron tal crudeza muriendo a la edad temprana e injusta de diez años en la mayoría de casos. Evidentemente es la parte más emotiva del día.

Otro punto destacado son las barracas de Magdeburgo, que de alguna manera simula como era la vida de los internos en las habitaciones del gueto, más bien confinados y hacinados. Que características son las maletas de aquella época.

Después de estas visitas pusimos camino del crematorio y del cementerio judío. El paseo es largo y mucho más duro teniendo en cuenta la cantidad de nieve que había. Incluso atravesamos una antigua vía de tren inoperativa seguramente utilizada para los famosos trenes de la muerte de los nazis. En el crematorio hay cuatro incineradoras y un par de camillas de obra para experimentar y hacer autopsias como las que salen en las típicas películas que impresiona bastante. Además el sitio está tan solitario que todo parece un poco oscuro de verdad.

La visita se puede completar con otro paseo para llegar a un punto concreto del río donde hay un monumento conmemorativo, dado que en ese lugar se tiraban las cenizas de los fallecidos.

Aquí en el gueto los alemanes engañaron a la comunidad internacional grabando un vídeo y forzando a los presos a simular ser felices, obligando a responder respuestas concretas. Incluso abrieron una cafetería y un parque para niños. Todo esto fue llamado «campaña de embellecimiento«.

Camino del crematorio

Para volver a Praga el autobús sale desde la misma población. Hay un pequeño bar donde tomar algo caliente y en general pocos servicios más. Sobre las 16:30 horas estábamos de nuevo en la capital con el frío instalado en los huesos.


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