ABUKO

Después del desayuno, partimos con nuestro conductor camino de la reserva natural de Abuko, muy cerca de la ciudad más grande de Gambia, Serekunda. Esta ciudad alberga un grande y generoso mercado, desde luego que desde el coche el ambiente es incesante, un hervidero de gente. Es la esencia del país, donde cada personaje intenta sacar algo de provecho para subsistir. Cualquier imagen es por lo menos impactante, a raíz que avanza el viaje, todo es menos llamativo. Las ciudades y pueblos tiene una carretera principal asfaltada y el resto de calles están sin asfaltar y repletas de basura, en época de lluvias debe ser un barrizal.

La experiencia gambiana puede empezar en Abuko, es el primer contacto más o menos directo con la naturaleza en un recinto vigilado y protegido. En Gambia existe una gran diversidad de aves y es un territorio importante para los amantes de la ornitología. Aquí en Abuko conviven bastantes especies. Es normal ver a guías de aves y turistas con objetivos que asustan en busca de estos ejemplares exóticos.

La visita al recinto puede durar algo más de una hora y un guía de habla inglesa acompañará durante el recorrido para explicar los detalles más importantes, siempre paseando por un agradable sendero. La entrada es barata y alquilan prismáticos, aunque la verdad es que no son necesarios debido a que no entendemos demasiado de aves y están viejos a más no poder.

Durante la visita, hay tiempo para ver varias especies de monos, en teoría hay también cocodrilos aunque no estaban visibles. Es cierto que hay una interesante vegetación aunque en realidad no es tampoco algo que sea deslumbrante. Finalmente alcanzamos el recinto cerrado donde hay animales tales como tortugas, primates y hasta hienas que recientemente habían peleado y tenían heridas importantes. Es un buen punto para tomar algo refrescante en el pequeño bar. Como por ejemplo, beber el auxiliado «vimto», de color rojo y muy azucarado. Al final hasta engancha, es algo muy recurrente para los locales.

LAMIN LODGE

Queríamos hacer un recorrido breve en barca por el río Gambia, así que vamos hacia la parte de manglares que forma el río Gambia en la ciudad de Lamin. Aquí hay un restaurante típico construido con maderas desde donde existe la posibilidad de hacer excursiones variadas, es el famoso Lamin Lodge. Es el principal centro turístico y que todo el mundo conoce.

Al lado, y justo donde hay un enorme ejemplar de Baobab con pinturas, hay otro sitio donde es posible realizar la típica excursión en barca y es donde contratamos el viaje. Es algo curioso, el individuo que gestiona el lugar, tipo con gorro y camisa roja, es el mismo que minutos antes ha parado el coche justo al lado de nuestro coche camino del manglar y ha mantenido una conversación con el chofer. ¿Comisión para el conductor?.

El paseo en barca de una hora de duración con dos gambianos que reman a mano para supuestamente no molestar a las aves, con un estupendo toldo para evitar el sol, cuesta 1.000 dalasis por barba. Creo que es caro pero no regateamos. A mi modo de ver el viaje, la experiencia es ciertamente agradable descubriendo aspectos básicos sobre las mareas, la recolección de ostras y el posterior triturado de las mismas para fabricar materiales de construcción. No está mal sin ser algo imprescindible.

El mediodía acecha y es hora de comer, el conductor decide para en un lugar de carretera simplón y donde tenemos la grata sorpresa de esperar cerca de dos horas para finalizar la comida. Muy mal, pero bueno, siempre tenemos una cerveza en mano que el calor aprieta. Aunque tampoco están muy frías, las neveras no suelen funcionar muy bien. Estamos en Gambia.

TANJI

Por suerte, es evidente que el siguiente punto de la jornada es algo que ya merece únicamente un viaje a Gambia, la llegada de los pescadores a Tanji. Estoy hasta impaciente y nervioso.

Al caer el sol, al atardecer, Tanji es el lugar ideal para disfrutar de colores y olores, hasta de las pesadas moscas, todo sea dicho. El espectáculo empieza en breve. Aparcamos el coche, cruzamos la carretera, atravesamos el increíble mercado y ya estamos en la playa. Vaya imagen para el viajero.

Decenas de cayucos pintados hacen acto de presencia en la playa. Hombres atletas entran en el agua para cargar los barreños de pescado y sacar las capturas del día a tierra firme y corriendo. Las mujeres, algunas con los bebés cargados en la espalda, ayudan en las tareas y venden el pescado en la playa. Los niños intentan apoderarse de algún pescado que cae al suelo. Todo es algo único, hasta la aves intentan llevar algo de alimento al cuerpo. Menudos pescados hay, desde simples hasta bestias, incluso barracudas.

Casualmente hay muchas barcas en la arena, y es que hay falta de combustible por motivos políticos y pocos cayucos pueden salir a faenar. Hay que decir, que los pescadores son en gran mayoría hombres de Senegal, Guinea y de otros países colindantes, a los gambianos no les gusta pescar. Joder, que exigentes para ser tan pobres.

Después de hacer todas las fotografías posibles, es momento de simplemente visualizar el panorama, captando  cualquier detalle. En un momento determinado, empiezan a bailar con música local y estamos totalmente rodeados de gente apasionada y sin problemas. En Gambia, no pasa nada, tal como nos comentan casi todos los días los lugareños.

Tal cantidad de pescado es imposible de vender, es un exceso diario, incluso hasta imposible de conservar. Así es porque tantos y tantos pescados son secados al sol, otros en cambio son ahumados y otros hasta asados. Los olores son difíciles de aguantar por momentos, aunque al final es cuestión de acostumbrarse. Es algo diferente y precioso de ver. Una experiencia vibrante.


Tanji no es un lugar muy turístico, somos tres blancos entre cientos de negros que están trabajando, tal cual. La costa sonriente de África es amable y curiosa, tanto niños, adolescentes como mayores, muestran amistad y preguntan sin tener normalmente un ánimo de lucro. He repetido mi nombre unas decenas de veces durante todo el viaje en una simple conversación de presentación sin más.

Ahora bien, para algunas personas el hecho de fotografiar es algo ofensivo, así que mejor preguntar al hacer fotos directas a la cara. Quizás otra situación y que no entiendo pero respeto, es al hacer una fotografía panorámica general en Tanji, recibir un lanzamiento de pescado a la cara y tener que esquivarlo por parte de un elemento que casualmente era de Senegal, no era ni de Gambia. Alguna que otra mujer algo estúpida también quería ser protagonista gritando y vigilando de no ser fotografiada cual policía. Es algo anecdótico, no entramos en polémicas obviamente, buena cara y a seguir el viaje que somos clara minoría.