Una jornada bastante larga en kilómetros (417), por el mero hecho de tener que finalizar ya avanzada la tarde en la ciudad de Calais, muy cerca de la frontera de Bélgica para subir a un ferry con dirección al Reino Unido y más en concreto hasta la ciudad de Dover. En caso de finalizar en la última visita del día, como es Veules les Roses, tan sólo hay 203 kilómetros en general cómodos. El viaje tiene como destino principal Escocia, aunque antes la ruta alcanza el país de Gales.

La matinal contempla la visita a la playa principal del desembarco de Arromanches les Bains, parada breve en la bonita ciudad pintoresca de Honfleur, una gran incursión en la costa del alabastro como es en el pueblo de Etretat y finalizar en el recatado pueblo de Veules les Roses, ya por la tarde después del merecido picnic.

En cuanto a por dónde atravesar en barco o por el mismo Eurotúnel en tren el canal de la Mancha, es un decisión tediosa, delicada y laboriosa. Debemos tener presente el destino en Reino Unido, el tiempo de inversión en cruzar la masa de agua y por supuesto y más importante, el precio final.

Conciernen muchos puertos en Francia para iniciar la navegación, cuanto más a occidente más largas son las travesías por la propia anchura del canal, no hay más. La opción lógica debido al itinerario era subir en Dieppe (FRA) y bajar en Newhaven (ING), para posteriormente tirar hasta Gales y subir rumbo norte por el Reino Unido hasta alcanzar Escocia.

A finales de agosto los precios están muy altos, exageradamente caros. Encima, hay un volumen de tráfico y por tanto de retenciones en puerto enorme, debido a que hay que presentar pasaporte por el tema del Brexit en los controles fronterizos. Colas de más de tres horas para realizar los pertinentes trámites legales.

Después de un buen análisis, la alternativa económica es ferry de Calais a Dover por 85 € la ida con la compañía DFDS para dos adultos, un niño y una furgoneta (VW California Beach). En este caso seleccionamos como «high car» y no como motorhome, que es más caro, las dimensiones contemplan la primera opción y por tanto la decisión es fácil. Muy barato y sólo una hora y media de navegación. Para la vuelta decidimos optar por la misma idea, precio 75 € y sin colas ya casi a mediados de setiembre. Además, en la frontera, la aduana francesa prácticamente ni mira el pasaporte y encima ya ha finalizado la temporada alta, por tanto menos retenciones por no decir ninguna.

GOLD BEACH

En el interesante pueblo de Arromanches les Bains, con museos y sobretodo tiendas con motivos militares y recuerdos muy curiosos, encontramos una playa imprescindible en estos territorios, Gold beach. Estamos delante de una famosa playa del sector británico con la particularidad de disponer de puertos artificiales tanto en el mar como en la misma arena. Los caprichos de las mareas hacen que en un momento estés paseando por la arena y de repente sea terreno inaccesible. Precioso el cambio de perspectiva.

El plan con estas grandes moles de hormigón era poder descargar vehículos y provisiones hasta que los puertos marítimos continentales fueran finalmente conquistados, si no hay puertos, debemos construirlos. Estos gigantes son los llamados puertos Mulberry, totalmente necesarios para la invasión aliada y penetrar en territorio con garantías.

HONFLEUR

Una de las joyas de Normandía, tal como publicitan en tantos y tantos lugares, es el pequeño pueblo portuario de Honfleur. Típicas casas con entramado de madera, restaurantes locales y tiendas de originales recuerdos, configuran un entorno precioso en el puerto, el Vieux Bassin. El resto es dejarse llevar por alguna que otra calle para encontrar ese rincón con encanto. También existe la opción de realizar alguna excursión en barco para divisar cuanto menos el colosal puente de Normandía, que más tarde admiraríamos en conducción. Una magnífica mega construcción.

Pueblo donde mucho pintores de la categoría de Courbet, Monet o el mismo Boudin, visitaron para dejar de alguna manera huella en alguna obra. La otra parte fundamental de la visita a la pequeña población, es el barrio conocido como pescadores de Sainte Catherine y la iglesia de madera con estructura de madera del mismo nombre.

Aquí y en muchos lugares tanto de Francia como de Reino Unido, y es una queja general, existe el serio problema de aparcar el coche de forma gratuita y que todo, absolutamente todo, es de pago, a no ser de aparcar en extrarradio con la consecuente caminata. Y no hablamos de pagar por un período de tiempo en concreto, sino de una tarifa fija por imposición. Un verdadero atraco visitar una ciudad en la que vas a consumir y tener que dejar dinero por simplemente visitar y aparcar. Muy mal las políticas de algunos ayuntamientos.

ETRETAT

Aquí es donde dedicamos una mayor parte de tiempo para deleitar la vista y hacer algo de ejercicio con esos espacios únicos existentes en la llamada costa del alabastro. Etretat tiene la divinidad de estar situada en un sitio mágico de esta costa normanda, no cabe duda. Una palestra del mundo natural.

El pueblo es pequeño con la playa como principal punto de interés para el verano, ahora bien, ascendiendo hacia los acantilados, da igual hacia izquierda o derecha, las vistas impresionan, estamos frente a una joya de la naturaleza. En un sitio tan turístico, aparcar no es tarea sencilla, encima hay que pagar y muchos aparcamientos para vehículos grandes están lejos y hay restricciones para callejear.

A mano izquierda inicia el sendero de los aduaneros, prácticamente un GR que obviamente debe quedar reducido a la parte que compete a Etretat. Curioso al ascender, empezar a ver a golfistas jugando a tal deporte en un cuidado campo de golf. Durante el duro ascenso, aparecen diferentes miradores para deleitar al personal bajo el esfuerzo incesante de llegar hasta los mejores puntos. Vamos camino del falaise d’avall y del águila de Etretat. Perfectos, en sintonía, en consonancia. Las vistas desde una posición privilegiada del pueblo son preciosas.

La recomendación es ejercer algo más de fuerza física y llegar hasta otro promontorio para ver estos caprichos de roca blanca desde una posición lejana, las fotografías y el panorama general no decepciona.

En la otra vertiente del pueblo, a mano derecha, hay otra posible ascensión en este caso para contemplar la iglesia de Notre Dame de la Garde, pero preferimos conformarnos con las vistas desde abajo y caminar un poco por el pueblo, que las piernas empiezan a quejarse.

VEULES LES ROSES

Tenemos de nuevo una decisión frecuente en los viajes, vamos bien de tiempo, así que afrontamos más tiempo y kilómetros en algún pueblo recomendado o directamente hacia el puerto de Calais… gana la primera opción y hay que decir que tampoco es algo fundamental en el viaje y mucho más cuando la tarde ya está avanzada en Francia.

Veules les Roses sigue estando posicionado en la costa del alabastro y es un pueblo catalogado como de los más bellos de Francia, posee tal catalogación desde hace ya varios años. No vamos a negar que está cuidado, hay espacios preciosos pero tampoco creo que merezca la pena un desvío tan grande para simplemente llegar hasta aquí.

El río de la Veules, el más pequeño de Francia, recorre el pueblo y es evidente que seduce al personal con rincones perfectos, de postal. El problema de empezar a tener el currículum viajero cada vez más grande, es que cuesta encontrar lugares diferentes, únicos, que sacian. En fin.


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