ALGARVE

COSTA DEL ALGARVE

El viaje al Algarve más bien era una escapada tipo relámpago. Con escasos tres días es muy difícil abarcar un territorio tan amplio. Es cierto que quizás podríamos haber alargado la estancia, pero había que deshacer camino y aún más en una época tan señalada como la semana santa. Pasando de retenciones en carretera y de alojamientos inflados de precio.

Quedaba clara una cosa, con el próximo juguete encargado a modo de furgoneta camper, el país vecino de Portugal, nuevamente será explorado porque es todo un descubrimiento para el viajero.

Antes de partir hacia la capital, por la mañana, optamos por visitar tres enclaves más que interesantes de costa y también en las inmediaciones de Lagoa.

Primeramente visitamos la playa de Carvalho, que sinceramente es una barbaridad de sitio. Hay unos acantilados a modo de mirador y en toda la zona hay residencias de bastante nivel, es una urbanización muy pudiente y de nuevo con caminos por todo el litoral. Hay de nuevo escaleras para bajar a la playa y diferentes accesos para los vehículos, incluso hay gente que aprovecha para hacer la pernocta.

Otro de los lugares para contemplar, siguiendo un orden lógico por carretera, es visitar la playa de Benagil. Es aquí donde desafortunadamente convergen todos los turistas de medio Algarve para realizar una excursión en barca por los mejores espacios de la costa.

El recorrido que tiene diferentes opciones de tiempo, discurre por playas, cuevas, grutas y es un reclamo demasiado goloso, de ahí las colas para realizar la excursión. En julio o agosto debe ser imposible acercarse. En efecto la imagen de portada que hay por todo el Algarve es la famosa cueva de Benagil, un capricho de las formaciones rocosas.

Con todo esto, decidimos aparcar el coche en el aparcamiento habilitado y recorrer una parte de costa andando. Obviamente las imágenes son preciosas y el punto culminante es la cueva de Benagil. Un enorme agujero que está muy cerca del aparcamiento y que es una preciosidad.

En general es una pequeña playa accesible desde el mar y que tiene un agujero en la parte superior por donde penetran los rayos de sol. Toda la zona está delimitada por vallas, así que cuidado al acercarse. Poco a poco vemos llegar alguna que otra barca y en la arena hay algún aventurero que ha accedido en kayac, la mejor manera para conocer el litoral sin duda alguna.

Siguiendo la costa, aparecen un par de lugares que también son imprescindibles por estas latitudes de la costa del Algarve. Primeramente descubriremos dos arcos típicos de cualquier publicidad del Algarve en el mar, que por desgracia no visitamos por falta de tiempo. Posteriormente emerge la playa de Marinha, otro referente de la costa y que seguramente es de las más apreciadas por todo el mundo. Hay un aparcamiento y es muy fácil llegar en coche para bajar luego andando por escaleras o simplemente recorrer todos los senderos que cubren la costa.


Y aquí finaliza el recorrido por el Algarve de Portugal. Han quedado en el tintero muchos emplazamientos por disfrutar, por ejemplo las poblaciones de Tavira, Olhao, Portimao o hasta la misma capital, Faro. Cualquier punto del litoral puede resultar interesante o atractivo, investigando un poco es fácil encontrar ese lugar recóndito o escondido poco frecuentado. Con el tiempo averiguaremos más sobre este trozo de tierra de Portugal.


LISBOA

La capital de Portugal, Lisboa, está situada a unos 270 kilómetros de autopista por sistema de pago tradicional desde el Algarve. ¿Qué tal una visita express?. Declinamos volver de nuevo a Barcelona por el camino habitual ya que está bastante trillado en general y no motiva demasiado parar en ciudades que ya conocemos, amén de los precios inviables de la mayoría de hoteles en viernes santo. Así que a modo de locura, subimos a Lisboa al mediodía y por la noche salimos hasta nuestra ciudad de origen sin dormir. Es ahora o nunca.

A las tres de la tarde estamos entrando a la capital por el puente 25 de abril por encima del río Tajo con una tormenta perfecta. Maldita la gracia, por suerte en media hora aparece un sol de justicia que invita a recorrer toda la ciudad con garantías.

TOUR GRATUITO

Debido al poco tiempo, una buena alternativa como siempre en una gran ciudad es realizar un recorrido que ofertan muchas empresas y situarse rápidamente. Son gratuitos y siempre es posible dejar una propina al finalizar dependiendo de la calidad del tour.

El itinerario básicamente transita por los barrios de Baixa y Chiado. Es decir, el centro principal y un barrio adyacente y más arriba del llamado centro. Sin ánimo de entrar en demasiada historia ni en pesadas explicaciones, empezamos por un punto neurálgico como es la plaza del Comercio, bien situada junto al río Tajo, con un mirador y playa excelente al puente 25 de abril.

Subimos por la calle peatonal más importante del centro, rua Augusta, cuajada de vida hasta alcanzar el elevador de Santa Justa, es todo el corazón de Lisboa que conecta los barrios citados. Hay una cola de escándalo para subir y hasta hay indicaciones del tiempo estimado para poder acceder. En este caso más de tres horas.

Seguimos hasta alcanzar la plaza de Dom Pedro IV, que debido a que es un personaje poco querido en general por los lusos, tiene otros nombres no oficiales como por ejemplo plaza del Rossio. Aquí hay también mucha vida y es lugar habitual de manifestaciones. Antes incluso observamos un lupanar con una fachada vistosa, el animatógrafo do Rossio.

A tener en cuenta en la plaza el suelo, construido trozo a trozo en un oficio considerado arte. Son los mencionados como «calceteiros».

En esta misma plaza aparece el café Nicola, otro punto de interés proclamándose como lugar de reunión de antiguos intelectuales e histórico en Lisboa.


Información! Para entender la historia de Lisboa hay que comprender dos datos, la revolución de los Claveles del 25 de abril de 1974, que pone fin a la dictadura de Salazar. Y el terremoto que azota la ciudad el 1 de noviembre de 1755, de gran intensidad y seguido por un tsunami y un incendio. Prácticamente acabó con la ciudad entera.

Al lado de la plaza, en largo de Sao Domingos, hay una especie de memorial a los judíos y la iglesia de Sao Domingos.

En esta plaza encontramos alguna particularidades. Gente haciendo cola para probar el licor de cereza (ginja) en una licorería, un aguardiente tradicional y servido en la mayoría de restaurantes.

Por otra parte, y es una tónica generalizada, por toda la ciudad hay bastantes personajes sospechosos que incluso intentan vender descaradamente droga aunque en realidad es una estafa, venden productos como azúcar o chocolate enmascarado en sustancias estupefacientes.

En fin, con todo esto, ascendemos por la estación de trenes de Rossio a través de escaleras mecánicas a la parte superior y de alguna manera estamos ya en el barrio de Chiado. Hay una especie de mirador al salir de la estación que tampoco tiene demasiado interés con vistas al castillo de San Jorge como la perspectiva más destacada.

Lisboa tiene ni más ni menos que siete colinas, así que es normal subir y bajar continuamente. Esto por lo menos aporta miradores que son el destino habitual para las puestas de sol. Subiendo la cuesta, aparece una zona de nuevo muy ajetreada y que es la parte superior del elevador de Santa Justa. Esta plaza dispone del museo de la guardia nacional republicana de Portugal.

Esta parte de Chiado tiene como calle principal rua Garret con el histórico café A Brasileira. Tiene precios bastante aceptables con la escultura en la terraza del escritor y poeta portugués Fernando Pessoa. Este mismo individuo nació en un edificio de una plaza cercana, al lado del teatro nacional de Sao Carlos.

ALFAMA

Es aquí donde finalizan los servicios prestados y entonces dedicamos el tiempo a pasear tranquilamente hasta ir descendiendo hasta la misma plaza de Comercio para avistar el río Tajo.


Alerta! Que mejor manera de reponer fuerzas en cualquier pastelería local y probar esos pastelitos de Belém... un placer para el paladar.

Tiempo después, caminamos hacia el barrio de Alfama, seguramente el más popular de la ciudad. Una práctica habitual es caminar por las estrechas calles sin sentido alguno apreciando la vida local y acabar cenando en alguna tasca o restaurante. Vibraremos con la música en directo de cantantes de fado, es aquí la cuna de este tipo de música y por la noche deslumbra por todos los rincones.

Sin saber muy bien como, debido al laberinto de calles, acabamos en la catedral de Lisboa, en la Sé. Con ganas de más, a pesar del cansancio generalizado, contratamos un servicio parecido al de un tuk tuk, que hay por toda la ciudad para hacer todo tipo de trayectos turísticos.


Información! SABÍAS QUE... El tranvía número 28, atestado de gente que sale hasta por las ventanillas, recorre los principales destinos turísticos de la ciudad. Circula por el barrio de la Alfama también. Otra cosa es encontrar sitio o poder subir. El conductor tiene cara de agobiado.

Durante una media hora, para poner el broche final a la intensa jornada, el conductor transita hasta dos miradores como son el de Santa Luzia, bastante sencillo en términos globales. Gracias a alguien, hay uno más impresionante como es el de Nossa Senhora do Monte. Este último merece ya simplemente una visita a Lisboa.

Finalmente pasamos por el panteón nacional y paramos antes de la calle principal del barrio de Alfama para ir caminando hasta de nuevo el barrio de Baixa para poder cenar.

Y así finaliza una visita de ocho horas a una capital de Europa prácticamente sin dejar nada olvidado a excepción del barrio de Belém, que queda mucho más lejos.

Así que si se quiere se puede, ese es el lema. A las 23:00 horas ponemos rumbo a Barcelona donde quedan la friolera de 1.277 kilómetros para completar 3.200 kilómetros de viaje en total.

Para salir de Lisboa tenemos el placer de circular por el puente Vasco de Gama, una obra gigante de más de 12 kilómetros de largo sobre el río Tajo. Brutal.