Un día en general relajado para acabar en la misma costa del mar Negro de Bulgaria y más precisamente en Varna. Estamos ante la tercera ciudad en relevancia y por tanto no carece de ningún servicio. A fin de cuentas son cerca de 200 kilómetros en la totalidad y algunas carreteras son más bien lentas, así que cuesta generar metros pero los paisajes son de extrema intensidad, sobre todo por la zona de Sveshtari, con árboles que conectan en la copa generando una especie de túnel en la carretera. Salió un ciervo macho que desapareció por el bosque en un momento brutal, escaso pero emocionante.

Durante el trayecto, hay paradas que en general ocupan poco tiempo pero que son de alguna manera vitales. La tumba tracia de Sveshtari, protegida y patrimonio de la humanidad. El caballero de Madara también tiene certificación patrimonial y debe estar en cualquier ruta hacia el litoral. Antes de llegar a Varna, hay un bosque de piedras bastante publicitado con nombre de Pobiti Kamani, que puede quedar descartado por completo. 

Así con el viaje finalizado, a no ser en temporada de verano, no creo que merezca la pena emplear tiempo en el litoral del país. A pesar de ser un lugar frecuente de turistas, en pleno otoño está todo muy solitario y el ambiente queda algo enrarecido, es lo que sucede en la gran mayoría de sitios de costa. Igualmente, la costa del mar Negro no parece tener similitud con la costa del mar Mediterráneo o del mar Adriático, por poner algún ejemplo. Ahora bien, seguro que es posible encontrar rincones estupendos más bien en la costa norte.


SVESHTARI

Los tracios tienen un legado importante en este país. Todos los alrededores de Sveshtari, tienen una alta concentración de complejos funerarios relacionados con este pueblo antiguo. Básicamente destacan los montículos con tumbas tracias en el interior y en esta ocasión el complejo de Ginina Mogila es el más importante. 

El interior es una maravilla, parece mentira la calidad y técnica empleada hace tantos y tantos años. El acceso es con un guía local, hay que colocarse protección para el calzado y no está permitido hacer fotografías. Todo está muy protegido para conservar tal obra. Las figuras femeninas de la cámara son espléndidas junto con algún detalle preciso más a modo de pinturas


Información! El guía local, con un inglés bueno después de estudiar fuera del país, indica que la vida en Bulgaria es difícil. Vive en un pueblo de interior cerca del complejo donde la vida parece otra a diferencia de grandes ciudades. El sueldo medio en Bulgaria no llega a los 400 € en muchos casos según afirma. Estamos seguro ante uno de los países más económicos de la UE.

Algo que no estaba planteado inicialmente, y llegamos por casualidad y recomendación local, es el santuario de Demir Baba Tekke. Perdido y escondido en este territorio y muy cerca de la tumba tracia, bajando por unas largas escaleras con adornos de pulseras y objetos colgados en cualquier parte, accedemos a este lugar de reverencia para la comunidad más bien musulmana que habita estos lugares. Que sensación de paz, un hombre preserva el santuario en un oasis que de verdad hay que visitar en la parte más espiritual de la jornada. Estamos ante una soledad abrumadora en un sitio remoto de Bulgaria.

MADARA

En camino, el punto siguiente es el caballero de Madara. El jinete labrado en la pared, está posicionado en unas rocas que hay por encima de la población de Madara. Fijándonos bien, podemos visualizar un rey a caballo acompañado de un perro de caza. El jinete, clava una lanza que no observamos en un león. Supuestamente hay unas inscripciones en griego pero tampoco las apreciamos. El relieve podemos indicar que es pequeño, aunque también es cierto que la roca es muy grande. Quizás en proporción es más grande de lo que realmente parece. 

El lugar tiene el complemento de unas cuevas sin demasiados atributos para acabar de completar la visita, que por cierto es muy breve. El camino puede empezar por unas escaleras hasta el caballero y acabar por un sendero a la cueva o al revés. No es necesario ir expresamente a Bulgaria a ver este elemento, pero en ruta pues es algo que tiene que constar.  

VARNA

De Varna hay que destacar la parte más antigua y el paseo marítimo con una gran playa principal. Posee buenas avenidas peatonales, la segunda catedral más grande del país y ambiente, mucho ambiente. Tampoco invertimos demasiado tiempo en descubrirla. Llegamos por la tarde y marchamos por la mañana.

La impresión que tenemos después de pasear un buen rato ya de noche, es que la ciudad está muy viva, que apetece estar y que con un mar al lado, gana puntos. Para comer optamos por un restaurante italiano muy correcto, la Bocca. Para cenar, elegimos una cadena que existe y que está en las grandes ciudades como es Happy, buenos precios y buena comida. Pero un restaurante que está repleto de gente, y que declinamos por tampoco tener demasiada hambre, es Staria Chinar, en pleno casco viejo. 

Para dormir, después de buscar y dar alguna que otra vuelta de más, valorando alternativas, reservamos el Hi Boutique Hotel. Sólo podemos indicar aspectos positivos. Excelente. 

A diez kilómetros de Varna, el bosque de piedra, es un conjunto de columnas que parecen un árbol y son de piedra, claro está. Hay varias teorías sobre la formación de este recinto, la más fundamentada, es que son troncos de un antiguo bosque convertido en fósiles. Una parada breve para hacer unas fotos y en marcha, que el día está frío y lluvioso.