ISLA DE KUNTA KINTEH

En Gambia, junto con otros países de África occidental, era habitual el tráfico de esclavos durante los siglos XV hasta el siglo XX, enviando a millones de personas de raza negra a América para trabajar de manera forzada en campos de algodón, tabaco o trabajando en menesteres domésticos. Es un periodo denominado como diáspora africana y con final en el año 1906.

Así que en un viaje por el país de la costa sonriente, es un acto especial y simbólico, visitar la isla de Kunta Kinteh, también llamada James island. Está ubicada en el río Gambia y a escasas seis millas de la población de Albreda y Jufureh, en la orilla norte del río Gambia, el motor natural del país.

El traslado al territorio de los esclavos no es fácil. Hay que contar una jornada entera sin ningún género de dudas, entre ocho y diez horas. La logística es sencilla, ir al puerto de Banjul, subir al ferri hacia Barra, coche hasta Albreda para visitar el museo, coche de nuevo hasta el pequeño puerto de embarcaciones y finalmente navegación hasta la isla. Posteriormente el regreso a Banjul por el mismo itinerario.

Nuestro conductor, que a la misma vez ejerce de guía y de ahuyentador de buscavidas, marca un precio de 10.000 dalasis para toda la jornada y para tres personas. Están incluidos los billetes del ferri (25 dalasis por persona), alquilar coche en el puerto de Barra con otro conductor (4.000 dalasis), entradas al museo y la respectiva embarcación a la isla (2.000 dalasis). Parece un precio bastante correcto. La idea de no embarcar el coche es por motivos de tiempos de espera, en el ferri no caben demasiados vehículos y puede ser complicado cumplir con los tiempos o simplemente no embarcar.

Una experiencia inolvidable y cultural es el trayecto en ferri de Banjul a Barra, que tiene una duración de mas de media hora, es un barco lento, muy lento porque la distancia es diminuta. Es difícil describir el conjunto entre gente, policías, militares, vehículos y todo el gentío que a diario discurre entre las dos ciudades para simplemente subsistir. Algo que es para visualizar con calma y detenimiento. En breve era tiempo de elecciones presidenciales, y es tan normal que en el ferri suban vehículos pesados con armas de guerra y un ejercito repleto en el interior de camiones entre civiles como el que va el domingo a un merendero. Algo que llama también la atención, es ver a militares de Nigeria armados hasta los dientes, supongo que será una escolta personal del presidente para evitar golpes de estado.

Después de un buen rato de circulación por una carretera en construcción, tragando polvo y observando el panorama a veces desolador y entre perezosos controles policiales, alcanzamos el museo de la esclavitud. Es normal encontrar pequeñas poblaciones sin nada con pequeños animales sueltos y niños con uniforme en las escuelas. Es habitual comprar bolígrafos, caramelos o cuadernos para entregar a los niños, aunque es mejor siempre que un responsable adulto reparta estos materiales, sino los niños empiezan a pelear. Por media agua embotellada y caliente casi entran a dentro del coche y empezaron a gritar y pelear, muy triste.

El museo de la esclavitud (patrimonio de la UNESCO desde 2003) es bastante pedagógico y atractivo informando de las diferentes fases que cumplían los esclavos, desde la captura hasta la llegada a otro continente. Es perturbador el hecho que llevaban pesadas cadenas, perdían la identidad y eran transportados en barcos como sardinas. El guía que explica el museo y datos básicos sobre los esclavos, hasta supuestamente es familiar lejano y de varias generaciones del mismo Kunta Kinteh… esto ya son palabras mayores y quizás hasta una fantasía, mentira o reclamo. El guerrero Mandinga estaba entre nosotros cerca, así era apodado Kunta Kinteh.

Somos posiblemente afortunados de viajar en está triste época de pandemia, aún así, en Gambia no hay covid y la vida es normal y corriente. El hecho de tener suerte es que prácticamente éramos los únicos turistas del mundo y es un placer conocer sitios históricos en soledad.

Al llegar a la zona del embarcadero para partir rumbo a la isla, ya observamos la gigante figura del esclavo en color negro con las cadenas sueltas, la cabeza representa la bola del mundo y el texto en letras grandes de «never again».

Por delante, hay una pequeña puerta camino del embarcadero, que al pasar por debajo, significa que la suerte acompañara nuestras vidas. Tenemos la certeza de saber que volveremos a la orilla después de visitar la isla, millones de personas nunca regresarían. Un poco emocionante y lamentable.

El paseo en barca en el típico cayuco es formidable. La visita a la isla es enriquecedora, hasta el mismo año 2011 era llamada James Island. Cabe destacar que la isla a este ritmo, en un par de décadas, estará hundida en el río Gambia, va perdiendo territorio de forma lenta por la fuerza el agua. El único soporte natural que tiene para seguir aún en firme, son las raíces de los geniales arboles de Baobab que hay por toda la pequeña isla.

La visita a la isla no es demasiada larga, el fuerte de St. James era punto de encierro de los esclavos antes de partir a la isla de Gorée en Senegal para finalmente marchar a tierras americanas en duras y pésimas condiciones. Hay restos del fuerte, las celdas de los presos donde eran almacenados y algunos cañones originales entre otras estancias más que hay que imaginar. Un momento especial del viaje que es memorable y retratado en el cine en varias ocasiones a modo de película o serie.

Al regresar al puerto de Barra, la caravana del presidente de Gambia va camino del este del país y cientos de personas esperan en la vía pública cantando, bailando y disfrutando del momento. Un bonito fin de jornada antes de llegar bastante agotados al hotel. Por suerte, un masaje espera para reponer energías de una hora de duración y por 1.000 dalasis. Hay que aprovechar.


Información! En Gambia no hay vacunas obligatorias pero si recomendadas. Es interesante pasar por el centro internacional de vacunación en España para saber a ciencia cierta los beneficios de estar vacunados. No olvidar por seguridad.