VARDZIA


Último día integro de vacaciones, al mediodía del día siguiente volamos de nuevo a casa desde Kutaisi. Así que, por tanto, últimos coletazos y flecos del viaje, no por ello menos importantes, al contrario.

Toca conocer un plato fuerte, a unos veinte minutos en coche desde Khertvisi, alcanzamos la ciudad de Vardzia, sobre el mismo río Mtkvari. Un complejo de cuevas distinguido por ser un gran monasterio medieval excavado en la roca siendo un fenómeno natural. 

Desde el centro de visitantes hasta la entrada principal, es posible subir en un pequeño autocar para evitar la gran rampa inicial por un módico precio, o subir, claro, caminando. Hay que pagar un billete para el acceso general no muy caro.

Dispone más de 400 salas, 13 iglesias y 25 bodegas, los habitantes vivían en viviendas distribuidas en hasta 13 niveles, un bastión único. El rey Giorgi III construyó por el siglo XII una fortificación, y su hija, la reina Tamar, fundó el monasterio que albergó a más de 2000 monjes, creando en gran medida una ciudad santa.

La ciudad sufrió un gran terremoto en 1283 y resultó saqueada por los persas en 1551, entre todos estos sucesos, la ciudad empezó un gran declive hasta el final del régimen soviético. Desde tal cita, el sitio vuelve a funcionar como monasterio. Algunos monjes viven en las cuevas, y estas están decoradas y adornadas con flores. Para proteger la intimidad de los monjes, el acceso no está permitido.

La ciudad es exquisita, un sistema de cuevas y pasos secretos u ocultos que conforman un espacio verdaderamente sensacional. 

Destaca por encima de todo la iglesia de la Asunción, cómo puede tener una ubicación tan descomunal, encajonada entre la grandes rocas. Acentuar el doble pórtico con campanas colgadas, los frescos pintados en el techo de la entrada con escenas del nuevo testamento y en el interior de la iglesia, un fresco precioso del rey Giorgi III y Tamar antes de casarse.

Otro elemento capital es el túnel de 150 metros que sale desde una puerta a la izquierda de la entrada a la iglesia y finaliza en las paredes superiores, en la parte más alta. Desde aquí, por el lado opuesto al de la entrada principal, es posible bajar por un bonito recorrido por escaleras de piedra y algún túnel hasta un camino cercano al río. Esta bajada puede resultar algo técnica y peligrosa para personas mayores o con alguna dificultad de movilidad. Ya desde aquí abajo, es fácil llegar hasta la misma base del centro de visitantes. 

AKHALTSIKHE


Hay que retornar por el mismo camino para coger ya la panorámica carretera que dirige al siguiente destino, la ciudad de Akhaltsikhe. Es la capital de la región Samtskhe-Javakheti y observando el mapa estamos ya muy cerca del país de Turquía. En efecto hay letreros que marcan la primera ciudad fronteriza del país vecino.

La ciudad por suerte o desgracia, tenía una posición fronteriza por donde concurrían diferentes imperios, dejando como legado una gran variedad religiosa y étnica. El castillo de Rabati, reconstruido, es el principal centro turístico después de estar en ruinas durante mucho tiempo. 

Personalmente creo que la ciudad es muy interesante como parada técnica, incluso para la pernocta y el castillo de Rabati a pesar de las reformas, es una visita forzada. Admirar las inmediaciones desde las alturas de las torres y por ver el cuidado interior con iglesias, sinagogas y mezquitas, creo que es más que un aliciente.

Hay que pensar que la ciudad estaba en una decadencia absoluta después de la era posterior a la URSS y hoy en día tiene una buena actualización como ciudad importante en este territorio.

BORJOMI


Por carretera hacia el punto final de la jornada y última noche en Georgia, ni más ni menos que la ciudad balnearia de Borjomi, aunque primeramente paramos en un restaurante bárbaro. Meskhetian House. Si no recuerdo mal es el único entre ambas ciudades, y es una detención precisa para comer bien, uno de los mejores sitios de toda Georgia.

Para dormir elegimos otro hospedaje bueno, así ha sido todo el viaje. Problemas con el coche y con algún ciudadano, pero en cuanto a logística del resto de aspectos de todo viaje, una maravilla de país. Polifonia Inn Borjomi (NOTABLE). ALOJAMIENTO.

En cierta medida conocemos el nombre de Borjomi desde la apertura del viaje, gracias al agua mineral con gas salada y amarga que publicitan por cualquier espacio del país. Amén que ya la hemos probado y particularmente es refrescante y de un sabor distinto a cualquier agua con burbujas.

La ciudad queda asentada en el río Mtkvari, sitio de frecuencia de público local y ruso por las aguas termales que atesora y la sensacional ubicación en el Parque Nacional de Borjomi-Kharagauli. Ya desde el siglo XIX, la ciudad desarrolla una importancia relevante como ciudad balneario.

Este Parque Nacional ofrece sensacionales rutas de senderismo, paseos a caballo y hasta refugios para el alojamiento. Estamos ante montañas cercanas a los 2.700 metros de altitud en el denominado Cáucaso menor, en un territorio escarpado y con bosques espesos.

La visita a la ciudad la centramos en la parte sur en cuanto al despliegue del río Kurá, donde está la parte balneario con aguas sulfurosas calientes con el gran Parque Central como destino turístico principal.

En cuanto los lugares de principal interés, el Parque Central, con entrada de pago por el día, alberga la fuente Ekaterina, que dispone del manantial de agua de la ciudad donde es posible recoger agua para rellenar botellas o beber con total tranquilidad. Sencillamente genial.

Un teleférico a la entrada del recinto, finaliza en el altiplano de Borjomi, donde hay hasta una noria. Un sendero desde tal punto acaba en las piscinas de agua caliente, que por falta de tiempo y cansancio decidimos descartar.

La tarde contempla las última compras a modo de regalos y víveres para el avión. También visitamos y utilizamos por 25 € por persona, el balneario del hotel de lujo Crowne Plaza Borjomi. El alojamiento donde todo el mundo quiere alojarse y la mejor opción en caso de viajar con pareja. Sensacional.

Para rematar el viaje, antes de descansar para el día siguiente de regreso a España, cena en el restaurante Bergi, sitio de comida sensacional y encima en solitario. No se puede pedir más a la última jornada de un viaje que ha superado todas las ilusiones generadas.

Buen viaje.