La frontera terrestre del paso de Seleti entre Gambia y Senegal es bastante rudimentaria, algo al estilo africano. Es un cruce bastante tranquilo y sosegado, a ritmo relajado, como no puede ser de otra manera. Hay una mezcla entre vendedores y policías armados sin ninguna tensión bastante curiosa.

En la parte de Gambia, toman hasta una fotografía personal, sellado de pasaporte y alguna pregunta sencilla sobre el motivo del viaje y el ámbito laboral. No hay ninguna sorpresa de petición de dinero.


VIAJE POR GAMBIA

Ya en territorio de Senegal, la tecnología brilla por su ausencia, únicamente rellenan un libro de registro identificativo y sellado de pasaporte, eso sí, previa exhibición del certificado de vacunación covid. Alguna pregunta de nuevo sobre nuestro trabajo en España y adelante sin problemas ni mordidas ni ningún pago de nada. Estamos en un país de habla francófona, en un abrir y cerrar de ojos, pasamos del good morning al bonjour. Senegal, tierra de teranga. Tierra acogedora y hospitalaria.

La Casamance es una región del suroeste de Senegal y obviamente situada  en el sur del mismo país de Gambia. A groso modo, un territorio con un fuerte potencial turístico debido a la buena climatología, notables playas y paisajes soberbios, donde el agua es un recurso abundante. El río Casamance es el serio protagonista creando diversos manglares, en idioma local “bolong”. Una riqueza natural donde el arroz y grandes árboles como palmeras, fromages y baobabs, copan este parte del país más bien tropical.

Ziguinchor es la capital de la región, que posee aeropuerto, al igual que Cap Skirring, aunque por las fechas del viaje en obras. La Casamance viene determinada por un conflicto duradero, latente, por el cual y de alguna manera solicita la independencia. Zona de gran influencia de cultura y de etnias como los diola u otras tantas más. Conviven musulmanes, cristianos y animistas. Un buen polvorín.

KAFOUNTINE

El regateo del vehículo desde la frontera hasta el mismo alojamiento en la playa de Kafountine, totalmente improvisado y a balón parado, sin nada contratado, asciende a 12.000 fcfa. Teniendo en cuenta que un cambio acertado es 1 € = 655 fcfa, y que la distancia es de 41 km, el precio es excelente. En la mayoría de lugares de trueque el cambio es a 640 fcfa por euro.

Nada más atravesar la frontera, aparte del idioma, notamos varios aspectos diferenciales respecto a Gambia. En Senegal hay algo más de inversión económica y son más espabilados en general. Algún varón quiere cambiar dinero en la misma frontera, pregunto el precio, indica 1 € = 60 fcfa. Primer intento de timo, a lo mejor piensa que no conozco el cambio y es la primera vez que viajo. La costa sonriente de África ha cambiado a la costa picaresca de África. Aunque es cierto que en general la gente es bastante agradable y hasta honrada, pero no es Gambia, eso seguro y tendremos más ejemplos.

En el trayecto en vehículo es evidente que hay mejores coches, una cantidad bestial de motocicletas y el color verde copa el panorama. En las casas hay contadores de luz y hay unos comercios en plena carretera muy cuidados. En Dakar hay hasta lujo, un contraste escandaloso. En Gambia eso es inexistente.

Kafountine es un pueblo del sur de Senegal, al entrar en la población y posteriormente al barrio del pescado, “quai de peche”, no parece precisamente el paraíso. Madre mía, cualquier empresa de derechos laborales debería ver las condiciones de trabajo en este sitio. El olor de Tanji es perfume comparado con Kafountine. Verdaderos atletas aún están sacando pescado del mar, cuantos más viajes más dinero, y así hasta la noche. A los niños se los comen las moscas. Al llegar nos preguntamos que donde está la parte turística, menos mal que existe, escondida y lejos.

En una parte de la playa de Kafountine, ya a cierta distancia del núcleo urbano, hay cuatro o cinco alojamientos en línea y frente al mar. Preguntamos precios, miramos instalaciones y finalmente decidimos asentarnos durante dos noches en Le Niokobok, regentado por una pareja belga asentada desde hace ya más de quince años en la baja Casamance. Es el mejor sitio con diferencia. Bar, piscina, aire acondicionado, acceso directo a la playa y buen desayuno, no tiene competencia. Aunque la tipa no es capaz de ofrecer cenas ni comidas, algo extraño teniendo a sirvientas contratadas por cuatro duros que deben cocinar de maravilla. La señora es más bien de tomar copas de vino y el marido de jugar a los dardos con amigos. Es un hotel pero sin necesidad de tener clientela, no la necesitan, supongo que es un negocio para disponer de una visa. El taxi es necesario para ir al centro, a no ser de querer andar varios kilómetros.

En cuanto a ¿qué hacer en Kafountine o qué ver?, tampoco hay demasiadas ofertas, algo común es visitar los manglares o salir a pescar. Un acertado plan parece ser disfrutar de la playa y del alojamiento leyendo un libro o conectado a internet. El barrio del pescado con una pasada es suficiente, la escena de la llegada de la pesca a la costa también puede ser destacada. Ahora bien, el pueblo de Kafountine, tiene todo lo necesario para servir a propios y extraños. Comercios, mercados y hasta una discoteca propiedad de un francés, chez Pablo. Aquí hay buena música, abundante bebida y una terraza para probar pollo a la brasa cocinado por una dama bien vestida. Las fufas tienen aquí la sede oficial en busca del dinero fácil. Tampoco es nada del otro mundo.

Algo que es muy extraño, es que teniendo el mar al lado, una pesca descomunal, no haya restaurantes de calidad para deleitar a la clientela con un buen pescado a la brasa fresco y recién capturado. La oferta culinaria en Kafountine es muy justa y básica.

Por 500 fcfa, compramos una tarjeta de telefono de orange para tener datos, 1 Gb que dura una barbaridad. Nunca menos de un euro ha ofrecido tanto rendimiento. Muy contentos. Kafountine, nada turístico.