TEMPLO DE EDFU

Posiblemente la jornada más plácida de todo el viaje, a caballo entre el crucero y un par de templos. Así es posible gozar de la motonave en globalidad y de la piscina en particular con una buena bebida refrescante, queda aclarado que el tiempo de navegación es limitado, por desgracia. Al día siguiente ya amanece en Asuán y el crucero quedará con los motores parados hasta otro viaje Nilo arriba con nuevos aventureros. Aún así, quedará pendiente otra noche de pernocta pero sin movimiento. Es la peor parte del crucero, valga la redundancia.

El crucero tiene parada en la ciudad de Edfu, en al antiguo Egipto llamada Dyeb y Apolinópolis Magna para los romanos. El monumento principal de la bulliciosa ciudad es el templo de Horus, dedicado al dios del cielo con cabeza de halcón. Levantado en tiempos de Ptolomeo III y catalogado como unos de los templos mejor conservados de Egipto. Como dato de tamaño, es el segundo más grande del país, superado únicamente por el templo de Karnak. 200 L.E. el precio de la entrada.

Desde el embarcadero hasta el templo no hay mucha distancia, y esta es efectuada en un estupendo viaje en calesa. Los caballos tienen unas condiciones de vida algo lamentables, pero el paseo es extraordinario por las calles de la ciudad, cualquier detalle es para recordar, mucho más en una primera visita a este tipo de países si es el caso. La vuelta es en el mismo carro y siempre es bienvenida una propina que es reclamada en el minuto uno de subir al medio de transporte.


Alerta! El tema de las propinas en Egipto es asfixiante. No hay un sólo momento del viaje que no sea casi exigida. En los baños públicos, en los taxis, los camareros, servicios de habitaciones y en muchos más casos. Es una guerra y no es nada obligatorio pero es muy pesado y agobiante. En todo caso llevar moneda muy pequeña, incluso céntimos de Euro, e ir entregando de acuerdo al servicio prestado. Una moneda de 1 € es mucho dinero en Egipto.

A esta alturas de la película tampoco es cuestión de repetir detalles del templo, a fin de cuentas, todos están compuestos de las mismas partes generales. Ahora bien, cada cual tiene unas particularidades concretas y una dedicación principal a un dios. El templo de Horus es recordado por tener unas grandes dimensiones y más bien por la manera de acceder al mismo con tanto ajetreo de calesas por la vía pública y con ese ambiente tan sensacional de Egipto.

A la vuelta, unos personajes tienen preparada una foto imprimida a bordo de la calesa e insertada en un cartón con motivos turísticos de Egipto de cada familia, por tres euros merece la pena el recuerdo, en Europa el sablazo es de dos números.

TEMPLO DE KOM OMBO

Seguimos navegando en contra de la corriente del río Nilo hacia el sur por el Alto Egipto, y cuanto más al sur más calor. Los grados suben muy veloz y desde las 12:00 horas hasta las 16:00 horas, es un infierno absoluto. Lo más normal hasta la siguiente visita al templo de Kom Ombo es echar una siesta en la habitación con aire acondicionado, pero estamos de vacaciones y hay que utilizar la piscina, que no queda mucho tiempo material de libertad horaria. Hay que recordar también que la hora del te es puntual y es una cita ineludible con unas buenas pastas.

En la misma orilla oriental del río Nilo, sobresale el templo de Kom Ombo, de tipo simétrico. Está construido y dividido en dos zonas principales, cada cual dedicada a una pareja de dioses. El dios Sobek, una deidad del Nilo con cabeza de cocodrilo y cuerpo humano que en teoría representa el mal. La otra deidad es Haroeris, dios de los países y del culto con cabeza de halcón. Una brutalidad de templo con escenas únicas, detalles importantes de la vida cotidiana y hasta de medicina. Un templo muy interesante y que deja huella.

Además de la portentosa ubicación en la ribera del río Nilo y de la iluminación de la tarde con la puesta del sol, algo inolvidable. La palabra de Kom Ombo significa «colina de oro».

Después de la visita del templo, hay un museo con una exposición de cocodrilos momificados en bastante buen estado de conservación que es complementaria y bastante acertada sin ser algo espectacular. En total el precio del boleto es de 160 L.E.

El templo posee un Nilometro, un sistema imprescindible para controlar las crecidas del río Nilo. Fundamental también para controlar los impuestos de acuerdo a las posibles inundaciones de las tierras y tener un sistema recaudatorio justo. Otra obra soberbia.

Por la noche en la cena del crucero hay una cena con productos regionales de Egipto, todo muy rico. Además hay una fiesta donde es posible ataviarse y bajar al restaurante disfrazado con trajes locales como la «chilaba».