Distancia del día: 270 km

Tiempo: 4 horas 15 minutos 

Tipo de carretera: Comarcal (R702), nacional (N10) y comarcal (R704)

Pernocta: Auberge Kasbah Ait Marghad


GARGANTA DEL TODRA

Inicialmente cruzamos Marruecos de norte a sur para llegar al desierto en cerca de 900 kilómetros. En esta segunda parte del viaje, el siguiente objetivo era penetrar en Marrakech después de atravesar el país de este a oeste, poco más de 800 kilómetros ni más ni menos por delante. Básicamente es seguir la carretera principal N10 en la llamada «ruta de las mil kasbas«.

Deshacemos camino de nuevo por la encantadora carretera R702 para salir del entrañable desierto en busca de la N10. Esto de las kasbas son construcciones de arcilla y agua, protegidas con paja para evitar destrucciones en caso de lluvia y que generan una plasticidad enorme en el paisaje. Hay de todos los tipos, incluso algunas abandonadas y deterioradas, pero está claro que es un entretenimiento constante.

Una de las imágenes más bonitas del viaje aparece en un mirador de la ciudad de Tinerhir, ya muy cerca de las gargantas del Todra. Por aquí hay instalados artesanos y vendedores de productos y algún que otro animal para dar un paseo para los más pequeños como un burro.

Es aquí donde empezamos a familiarizarnos con el trueque o intercambio de objetos, algo muy básico en casi todo Marruecos. Es la mejor manera de conseguir productos sin gastar dinero, entregando por ejemplo ropa, comida, juguetes o cualquier objeto.

Delante, para la fotografía, está la kasbah de Tighremt N Tiydrine entre edificios locales, palmeras y montañas elevadas. Una imagen inolvidable.

El siguiente destino, ahora si, es la garganta del Todra. Antes paramos en un restaurante a pie de carretera donde no comemos mal pero los precios son abusivos, hasta el punto que reclamamos y descuentan ocho euros del precio final. Cuidado en algunos sitios que intentan colar precios más bien del otro continente por el mismo servicio.

La garganta es un desfiladero angosto donde pasan todo tipo de vehículos y por suerte hay puntos para estacionar. Hay numerosos artesanos vendiendo objetos y es recomendable dar un paseo por todo el recorrido que es bastante pequeño.

En el lugar hay puntos de escalada, un pequeño río y la carretera continua hacia las montañas en dirección a Tamtatuchte. Para seguir con el camino hay que deshacer el mismo, no es posible conectar una garganta con otra a no ser de disponer de tiempo suficiente y de un vehículo 4X4.

GARGANTA DEL DADES

La ciudad principal donde empieza la garganta del Dades es Boulmane Dades. Ahora bien, para ver la típica imagen de curvas cerradas de toda guía de viajes hay que introducirse bastante y recorrer hartos kilómetros montaña arriba, unos veinte. Estamos próximos al denominado valle de las Rosas.

Subiendo por la carretera, por el valle, aparecen paulatinamente todo tipo de kasbas mayoritariamente en ruinas entre pueblos bereberes. El camino desde luego que no tiene ningún desperdicio y la recompensa al final es muy alta.

Vamos a encontrar también algún que otro camping y alojamientos muy baratos. De ahí la decisión de dormir de nuevo en una kasba muy bonita pero muy fría por la noche. Hay que recalcar que las temperaturas tanto en el desierto como en esta parte por detrás del Atlas, refrescan bastante al marchar el sol.

Y para poner la guinda final, por si todo el conjunto no produce satisfacción o emoción, la naturaleza ha decidido formar en algunas rocas a mitad de garganta, unas formas inimaginables. Tienen nombres así como para atraer a los turistas pero no es necesario, llaman la atención por si mismas.


En teoría el itinerario planificado marcaba continuar más, pero al final las horas van echando encima y hay que tener en cuenta que ambas gargantas son de camino de ida y vuelta. Este dato hace recorrer más distancias y por tanto más tiempo en invertir. De todas maneras, dormir en la garganta del Dades, en cualquier zona de la misma, es un privilegio para admirar las formaciones de rocas al despertar.