EL CENTRO DE BRUSELAS

Como el hotel estaba muy bien situado y muy cercano al centro neurálgico de la capital, ya al llegar el primer día, y bien entrada la tarde, empezamos a disfrutar del ambiente y de los emblemas del país.

Recorrimos la grand Place iluminada, observamos la pequeña estatua del Manneken pis, visualizamos el mural de Tintín, y entendimos que el chocolate, la cerveza y los gofres, son parte de la vida cotidiana de este país.

A la mañana siguiente, empezamos el camino por el barrio de Saint Gery, de alguna manera quería empezar a ver algunos murales famosos del cómic de personajes nacidos en Bélgica, o no necesariamente. No es la parte más agraciada, pero siempre es agradable entretenerse buscando fachadas de dibujos de cómic. De hecho, hay personajes como por ejemplo Tintín, Spirou, los Pitufos y Lucky Luke que son belgas, si señor. El origen del cómic está en este estado.

Este barrio está considerado la cuna de la ciudad y aquí tuvimos la oportunidad hasta llegar al edificio de la bolsa, de ver lo siguientes murales:

  1. Asterix y Obelix (Rue Buanderie)
  2. Lucky Luke (Rue Buanderie)
  3. Neron (Place Saint Gery)
  4. L’ Ange (Rue Chartreux)

En Rue Chartreux está también el perro meando en una esquina (Zanneken pis), aunque tampoco tiene ninguna relevancia destacada, es una simple estatua.

Entrando en el Islote Sagrado o Ilot Sacré, por primera vez en nuestros viajes, decidimos realizar un tour guiado gratuito sobre la ciudad. Grata la experiencia y la verdad es que salimos muy contentos. Esto es cuestión de suerte con el orador.

Desde la señorial grand Place empezamos el recorrido, aprendiendo un poco la historia de la majestuosa plaza, seguramente de las más impactantes por ver en Europa. A subrayar el asimétrico ayuntamiento realizado por dos arquitectos, las casas gremiales y los personajes ilustres que vivieron como Victor Hugo. Supuestamente se escribió el manifiesto comunista de Marx en una casa de esta plaza y es el lugar donde está el verdadero Manneken pis y todo su vestuario, en un museo integral.

El símbolo de Bélgica tiene varias leyendas, algunas más fundadas que otras. El Manneken pis (52 cm) es el niño meón por excelencia que de vez en cuando van vistiendo con atuendos inimaginables. Aquí mismo en rue Etuve, está el mural de 5. Tíntin y su perro Milú. Girando la calle hacia arriba, en rue Chene, está el mural de 6. Olivier Rameau. Hay que decir que cada mural tiene un significado y una explicación.

Poco a poco fuimos ganando altura, no mucha, hacia el barrio de Sablon. Un territorio donde se alinean los anticuarios y los elegantes cafés. Aquí en la place du grand Sablon, están las mejores casas de chocolate como pueden ser Neuhaus, Leonidas, Godiva y alguna más. Como dato anecdótico, en rue Rollebeek, está la casa más antigua de Bruselas.

Coronamos la increíble altura de 62 metros, punto más alto de la capital de Europa con vistas lejanas de la torre del ayuntamiento, la cúpula de la basílica del Sagrado Corazón y hasta del impactante Atomium, el otro icono de Bélgica. En este punto está el soberbio palacio de Justicia, donde se instaló el mismo líder alemán Hitler y que al marchar quiso quemar la cúpula sin poder lograr el objetivo finalmente.

Descendimos hasta alcanzar la iglesia de Notre Dame du Sablon, que es la única con rosetón de Bruselas, justo al lado del Square du Petit Sablon, un parque ideal con 48 centinelas que representan los gremios de la ciudad y que están alrededor del parque. Visitamos también el palacio Real, que cuando la bandera está izada, significa que el rey está en el país.

Retrocedimos de nuevo unos pasos para ir bajando hasta el conocido como Mont des Arts. Alberga un bonito mirador, unos jardines bien cuidados y un reloj característico que cada hora ofrece una pequeña obra. Para los amantes de los instrumentos musicales, aquí encontramos el museo de los instrumentos y hasta el hotel más caro de Bruselas. Toda esta parte es conocida como Coudenberg, que de alguna manera separa la ciudad baja de la ciudad alta.

La última parte de la visita guiada, fue en la catedral con semejanza a Notre Dame en París, salvando las diferencias evidentemente. Hablamos de la catedral Saint Michel, donde no hay rosetón y se casó el tan conocido Napoleón.

A partir de aquí con el mediodía prácticamente encima, caminamos por las exuberantes galerías Saint Hubert repletas de restaurantes, cafeterías, tiendas de ropa o del dichoso chocolate. Aquí hay un verdadero entramado de callejuelas alrededor ofreciendo un bonito panorama de bullicio y gentío.

No hay que olvidarse de calles como Bouchers, Marche aux Herbes o Marche aux Poulets, que están bien cerca de la grand Place. Todos los caminos van al mismo sitio, incluso a la plaza España, con la estatua del Quijote y de Sancho Panza.

ATOMIUM

Es una insignia de Bruselas, un referente. Está ubicado al lado de la parada de metro Heysel, y desde el centro, hay prácticamente una hora de trayecto. Una obra que tiene mucho parecido a la torre Eiffel en París. Estuvo a punto de ser derribada y actualmente es un punto imprescindible.

Construido desde 1958, este átomo es vanguardista y soberbio con una altura de 102 metros. Subir no es barato, el ascensor es muy rápido y se obtienen buenas vistas de prácticamente todo en 360º, una gran panorámica. Luego hay escaleras para ir pasando de átomo en átomo, donde en cada sala hay exposiciones diversas.

La visita a esta parte de la ciudad se puede completar entrando a mini Europe, con representación de maquetas de otros países. No es tampoco nada del otro mundo pero con niños puede ser divertido y distraído.

Al llegar de nuevo al centro, quedaba tiempo para pasear un poco más, aunque ya con ganas de llegar al hotel. En este viaje, ya no somos dos, vamos con un bebé de diez meses en nuestra aventura viajera. ¡Que siga!