ATENAS

Grecia ha sufrido mucho durante los últimos años. Sin entrar en temas aburridos y pesados para un viajero, pisar la capital de Atenas y cualquier isla, son ya palabras mayores y aventurarse en un viaje especial. Hay que olvidar el pasado reciente.

Aterrizamos en el aeropuerto de Atenas, Eleftherios Venizelos y fuimos al centro de la ciudad en metro. Finalmente llegamos a plaza Syntagma y desde aquí hasta Sygrou Fix, que es la parada de metro donde estaba el hotel. Bien situado y muy cerca de los lugares más notables de toda la gran ciudad. La experiencia indica que un alojamiento bien posicionado en el mapa otorga comodidad y ahorro de tiempo.

Estabamos muy cerca de la calle Drakou, que sube hacia una de las colinas de Atenas como es la de Filopapo, muy recomendable ascender. Empezamos el paseo por la avenida Andrea Siggrou direccion al centro. El café es muy típico y los griegos tienen una manera especial de prepararlo, muy refrescante y siempre apetecible.

Para situarnos un poco utilizamos el tren turístico para dar una vuelta circular de aproximadamente una hora y empezar a descubrir un poco esta interesante ciudad.

Ver Atenas es relativamente fácil, en el Peñasco Sagrado está la Acrópolis, y por debajo digamos que hay un anillo que prácticamente es zona peatonal compuesto de tres calles, A. Pavlou, D. Areopagitou y Adrianou. En la confluencia de las dos primeras está la entrada y salida a la Acrópolis y la subida a la colina de Filopapos. El barrio de Plaka Monastiraki se alcanza por la calle Adrianou, la zona de Anafiotika está escondida por la parte alta de Plaka y a las afueras ya de ese anillo, está la zona de plaza Syntagma y Psiri. Con estas indicaciones ya es factible no perderse.

Por la noche aparecimos en una plaza muy agradable situada justo al lado del Ágora Romana, en la plaza Paleas Agora, para empezar a descubrir la comida griega. Siempre de provecho y con la costumbre de invitar al postre, ya sea con fruta, yogur o algún dulce casero.