RÍO ARNO Y PLAZA DE LA SIGNORIA

La cuna del Renacimiento es Florencia. Este termino indica el periodo de transición entre la Edad Media y la Edad Moderna, donde aparecen nuevos enfoques en todos los aspectos importantes de la vida. En este caso el arte es uno de los campos más vitales y la ciudad italiana es la abanderada.

De nuevo por los márgenes del río Arno, iniciamos el trayecto matinal hasta llegar al puente de Santa Trinitá, con estatuas que hacen referencia a las cuatro estaciones anuales en sus extremos. Desde este punto concreto hay buenas vistas del puente Vecchio, el más soberbio de la ciudad, aunque no son todavía las mejores.

Callejeando hasta el corazón de la ciudad, contemplando cada rincón, aparecimos en el centro artístico y más concretamente en la plaza de la Signoria. Esta plaza es un museo al aire libre, un complejo repleto de arte y belleza. Difícilmente puede haber algo tan bello en la vía pública y que encima sea gratis. Desgranando un poco todos los espacios de la plaza, queda determinada de esta manera:

-El palacio Vecchio (ayuntamiento de la ciudad): con torre y campanario de 94 metros de altura. Protegido al lado izquierdo por una réplica del David, a la derecha por la escultura de Hércules y Caco y custodiado por dos leones en la parte superior de la puerta de entrada. En la parte alta de la fachada se pueden observar una serie de escudos heráldicos que representan la historia de Florencia y de sus familias más relevantes.

-El Marzocco: una figura del león emblemático de la ciudad y cuyo original está ubicado en el palacio Bargello.

-La fuente de Neptuno: presidiendo la plaza. La estatua de Neptuno es colosal y alrededor suyo hay ninfas y faunos. Delante y en el suelo hay una placa que recuerda donde fue ejecutado un crítico del gobierno de los Medici, un tal Savoranola. Podemos visualizar también junto a la fuente una escultura ecuestre de bronce.

-La loggia dei Lanzi: no recuerdo el número concreto de esculturas que hay, pero destacan ante todas dos: El Perseo, de Cellini, cuyo original está en el palacio Bargello y el rapto de las Sabinas, de Giambologna. Al lado de las escaleras que suben a la loggia hay dos grandes estatuas de leones.

Un lugar lleno de magia y en el que el tiempo parece que no transcurre. Hay que detenerse y tomárselo con mucha calma para grabar esta plaza en la mente.

PLAZA DEL DUOMO

Por vía Calzaiouli se accede directamente hasta la plaza del Duomo, recinto fundamental y principal de Florencia con la catedral, el campanario y baptisterio como edificios más emblemáticos. Hay que tener cierta previsión debido a que en algunos espacios religiosos hay que cubrir ciertas partes del cuerpo destapados como hombros o piernas, en caso contrario la entrada no estará permitida y es un pecado no acceder.

El duomo o catedral, conocida como Santa María del Fiore, ostenta ser el edificio más impresionante de todo Florencia. El exterior es de mármol de color verde, blanco y rojo, muy llamativo a la vista. El interior es bastante sencillo y sobrio.

La cúpula de Brunelleschi en el interior, con los frescos del «juicio final» de Vasari, son punto imprescindible de la visita.

En efecto, es necesario subir a la cúpula previo pago, porque además de obtener vistas de toda la ciudad, es posible comprobar de cerca los frescos y el plan arquitectónico de la cúpula. Desde luego que para crear algo así hay que ser un maestro.

Para llegar a la cima solamente hay que subir a pie 463 escalones que en algunos tramos pueden resultar claustrofóbicos. Muy recomendado. Desde arriba quizás los edificios más conocidos son la basílica franciscana de la Santa Croce y la sinagoga de la ciudad con la cúpula de color verde.

En el mismo recinto de la catedral hay que nombrar también el campanille de Giotto, un campanario que vuelve a ser otra obra maestra arquitectónica y es posible el acceso a su parte superior a modo de punto de visión. En la misma plaza, destaca también el baptisterio octogonal de Ghiberti, conocido por su juego de tres puertas de bronce. Es casi imposible encontrar en el mundo un conjunto tan impactante, que indica claramente todo el poder de la ciudad italiana en la antigüedad.

PUENTE VECCHIO

Con la intención de alcanzar de nuevo las orillas del río Arno, encaramos vía del Proconsolo contemplando el edificio del museo dell’ Opera del Duomo, que está justo detrás de la catedral.

Los siguientes destinos resultaron ser el palacio Bargello, un museo nacional dedicado a la escultura. Justo en frente está la iglesia y abadía Fiorentina. Estos espacios están posicionados en la plaza San Firenze. En esta parte de Florencia también aparece la galería degli Uffizi, una de las galerías de arte más antiguas de Europa y donde se exhiben obras pictóricas de gran valor así como esculturas de arte renacentistas.

Cualquier paseo debe terminar o empezar en el puente Vecchio, de apariencia medieval con casas y tiendas de joyas a ambos lados del puente. Las casas están pintadas de colores claros y suele ser un punto de aglomeración de turistas. Cuando el sol se pone proporciona al puente una magia inolvidable y verlo desde la plaza Michelangelo es también sorprendente. Las mejores imágenes del puente siempre van a llegar desde la parte este, más hacia la zona del puente alle Grazie.

Entre el puente Santa Trinitá y el puente Vecchio, hay una plaza llamado Limbo, que contiene la iglesia Santi Apostoli. Es de las más antiguas de la urbe, y que curiosamente está ubicada encima de un cementerio de niños sin bautizar.

Evidentemente, otra cita inexcusable en este territorio, es indiferente la hora, aunque si es recomendable tanto de día como de noche, es subir a la plaza Michelangelo. No conozco aún un mirador más bonito. En la plaza hay varios puntos de visión escalonados y llegar caminando es posible aunque cansado, un acto de fe quizás innecesario a pesar de estar Florencia.

En las inmediaciones está la iglesia de San Miniato al Monte, muy admirada en general por los habitantes de la Toscana. Proporciona vistas de nuevo magníficas del río Arno, al casco viejo de Florencia y de la localidad de Fiesole, siguiente destino y último.

FIESOLE

Con el vehículo ya bien entrada la noche, circulamos hasta una pequeña localidad situada a 7 km de Florencia. Fiesole no es la panacea, pero tiene un área arqueológica respetable y subiendo por la vía San Francesco hay finalmente un mirador con unas vistas excepcionales de Florencia en general. En la plaza principal hay algunos sitios de restauración y la tranquilidad es notable. Es una visita bastante convencional para salir un poco de la gran capital de la Toscana.

Florencia nos ha despertado mucha admiración. Rebosa arte por todos los lados y con algo más de tiempo puede ser interesante conocer otros sitios de interés como el palacio Pitti, pasear por el barrio del Oltrarno y descubrir otras plazas y calles que seguro que no dejan indiferente a nadie. Una ciudad de sobresaliente.