ALENTEJO

Itinerario por la costa Atlántica, donde el viento azota con fuerza y en algunas playas hay mucho oleaje para disfrute de los surfistas. Otra cosa es que el agua está fría a más no poder, que gran diferencia con el mar Mediterráneo.

La costa Vicentina en teoría empieza más o menos en Sines y acaba en la playa de Burgau, ya prácticamente en el Algarve. Esperan pueblos calmados, playas de infarto, acantilados de vértigo y una buena gastronomía local. Seguramente es todavía más salvaje que el Algarve, y eso son ya palabras mayores. Calidad superior.

Finales de agosto y ninguna retención en carretera tanto por el interior como por el litoral. He conducido en solitario por carreteras durante muchos metros. En las playas siempre hay algún sitio para aparcar, más cerca o más lejos, pero no hay una congestión como en otros lugares de costa de Europa.


PORTO COVO – VILA NOVA DE MILFONTES – CABO SARDAO – ZAMBUJEIRA DO MAR – AZENHA DO MAR (92 km)

A todos estos lugares de interés general, hay que sumar la visita a varias playas y añadir más kilómetros debido al entrar y salir a sitios de costa. Las carreteras en general están en bastante buen estado, a excepción de algunos accesos a la línea de mar donde hay bastantes irregularidades en el asfalto y algún que otro camino de arena. En general muy correcto.

Antes de llegar a la bonita villa de Porto Covo, primera parada para fotografiar y caminar un poco por la playa de Samoqueira. Bastante aclamada pero modesta.

Una tónica general de la ruta, es el difícil acceso a la gran mayoría de playas, toca bajar una cantidad de escaleras importante o alguna que otra cuesta.

Porto Covo es un pequeño lugar, antiguo pueblo de pescadores, con alguna que otra playa, acantilados por donde caminar y con una bonita plaza cuadrada central. Es la vida del pueblo, lugar de reunión donde parar a tomar algo, como por ejemplo en la pastelería Marques.

La siguiente parada es en la playa de la isla de Pessegueiro, en frente de la isla del mismo nombre y que tiene vestigios de ocupaciones antiguas. Es una playa sencilla, la playa de la isla del melocotonero.

Vila Nova de Milfontes ya está bastante más ambientada y concurrida. Aquí destacaría la calmada playa que forma el río Mira y el castillo que está tapado por enredaderas.

Además, la población, tiene una zona más o menos peatonal con bonitas casas bien pintadas y bastantes servicios en términos generales. Existe también la posibilidad de realizar alguna que otra excursión en barco por el litoral cercano y puede ser una buena manera de conocer más lugares.

Una playa ideal para familias por el acceso, el escaso oleaje, la formación de pequeñas piscinas y por la belleza, es la playa de Almograve. Es una de las mejores y por tanto hay que ponerla en relieve. Tiene incluso unas formaciones de rocas muy curiosas que entran en el agua fruto de la fuerza del mar durante mucho tiempo.

Por lógica, el siguiente lugar de interés es el faro del cabo Sardao. Un simple faro pero que siempre otorga una camino paralelo a los escarpados acantilados donde simplemente entender la magnitud del océano y de todo el paisaje en general. Es evidente la fuerza del viento azotando el mar y erosionando todo a su paso.

El lugar para el momento de relax en la playa, es en la villa de Zambujeira do Mar, que tiene algún que otro restaurante donde sucumbir a los placeres de cualquier producto del mar. Esta pequeña población costera, tiene primeramente la salvaje playa de Nossa Senhora y luego la playa principal. Ostenta un arenal gigante cambiante por las mareas y con la capilla de Nossa Senhora sobresaliendo y que a fin de cuentas ejerce de un espiritual mirador.

Poco a poco va llegando la tarde, aunque hay tiempo suficiente para todo, hasta muy tarde no empieza a oscurecer y todavía tengo energía de sobras.

Pasando por Brejao, un lugar por donde merodeaba una fadista llamada Amalia Rodrigues, puedes observar un mural pintado en una fachada de la misma. Pero quizás más interesante es la playa de Amalia, no muy lejos del pueblo, un verdadero espectáculo por varias razones.

Tiene un sendero atípico de menos de diez minutos en una zona de playa, una pequeña cascada de un arroyo que culmina en la arena y luego el entorno es una verdadera delicia con los típicos senderos para caminar por los acantilados. Lástima que de repente empieza una niebla por sorpresa que en breve tiempo ciega a todo el mundo.

Muy cerca también hay un camping donde decido tomar una buena ducha. Justo delante hay avestruces y hasta cebras con algún animalejo más, algo increíble e inesperado. Ya tengo ganas de descansar y sólo queda llegar al destino de pernocta que está muy cerca.

Azenha do Mar quizás es algo reservado, sigiloso, imperceptible. Es un diminuto pueblo de pescadores donde hay tradiciones de pesca antiguas. Pero curiosamente tiene un restaurante donde siempre hay cola donde probar la mejor comida de mar y al mejor precio.

Al ir en solitario tengo una media hora de espera, total, pueden colocarme en cualquier sitio. El único inconveniente es que están desbordados de faena y el servicio es algo lento, pero total, tampoco tengo prisa.

Después de cenar tengo la furgoneta a veinte metros que es donde voy a descansar y dormir. Copa de vino blanco, pan, sopa, bacalao con guarnición y una panacota por 16 €. Flipante. No se puede terminar el día de mejor manera.