GLENCOE – OBAN – TOBERMORY – CALGARY #159km#

La ruta armada para todo el viaje, en un porcentaje muy alto, estaba cumpliendo los horarios, incluso hemos adelantado tiempo efectivo, es fruto de viajar en furgoneta y de no tener reservas de ningún tipo. Así que con tal diagnóstico, el plan para la tarde es viajar a la isla de Mull, algo que estaba entre paréntesis, a pesar de ser un destino difícil de prescindir.

Por la mañana, iniciamos una ruta mayoritariamente en vehículo para visualizar el valle de Glencoe, atravesando la serpenteante carretera A82. No es un sitio con grandes actividades donde realizar paradas largas, a no ser pues que el senderismo, alpinismo o deportes de invierno en tal época, llamen demasiado la atención.

Es más bien una visita panorámica con diferentes miradores a fenómenos naturales del valle de origen glaciar. Todas estas tierras tienen historias de conflictos entre clanes y hasta una masacre en el año 1692. Así es Escocia.

Antes de dar media vuelta por la misma carretera en dirección al oeste del país de nuevo, finalizamos en la carretera A82 en el mirador sobre el Rannoch Moor, un pantanoso páramo, que buscando en el diccionario, es un terreno llano, sin protección y generalmente elevado. Es un espacio más bien misterioso en medio de la nada.

Desde la carretera, en pleno retroceso, observamos una típica montaña de forma piramidal y característica del valle, Buachaille Evite Mor, de forma triangular, como una pirámide. Por desgracia la niebla no colabora para ver en plenitud tal elemento.

Muy cerca, paramos para hacer alguna fotografía a las tres hermanas (three sisters) del Glencoe desde un pequeño montículo, son tres picos unidos, de silueta similar y puntiagudos. Son las guardianas del valle y están ubicadas en la montaña y munro de Bidean Nam Bian.

Antes de abandonar la carretera, ultimas imágenes de un lago muy bonito que complementa a la pequeña población de Glencoe, el lago Leven. En caso de no poder asistir debidamente a alguna de las islas de Escocia, este gran valle es muy similar y puede saciar las pretensiones de un viaje a Escocia.

Bajamos por la zona de influencia del Glencoe, paralelos al lago Linnhe y por la línea que marca el Great Glean, siempre omnipresente en esta latitud de las Highlands. La próxima parada es en Castle Stalker, fortaleza cerrado al público aunque con alguna visita limitada durante el año debido a que es de propiedad privada.

Es complicado encontrar una posición adecuada para visionar el castillo, emplazado en una pequeña isla en las aguas del lago Laich, aguas del mayor lago Linnhe. La mejor forma para apreciarlo es en un café con aparcamiento a modo de mirador lejano, indicado con señales en plena carretera, sin pérdida posible.

Hay un sendero de acceso a un punto más cercano, pero es por momentos técnicos y la panorámica no mejora nada, al contrario, empeora debido a que perdemos altura. Un chasco y encima todo muy embarrado. Mucha gente opta por dar marcha atrás finalmente.

El mirador tiene una caseta con bebida y comida local a precios del país, e incluso prohiben utilizar las mesas a no ser que adquieras un producto local. Caso omiso y aprovechamos que está saliendo el sol para almorzar con calma. En la tienda de recuerdos hay lavabos. Van llegando motoristas, furgonetas y coches pero sin ser demasiado agobiante.

Merece la pena el enclave siendo un castillo de tipo fantasmal, y mucho más con el día tan triste. Escenario de películas tales como»Los Inmortales» y sede del clan MacDougall.

Como es el momento para partir hacia la isla de Mull, la forma más habitual, es desde la ciudad de Oban, Una grata impresión en el viaje. La ciudad es portuaria y ajetreada, así que es lugar ideal para subir a transbordadores rumbo de las islas más próximas o hasta a las islas más occidentales.

El tráfico de vehículos en el puerto es incesante, en mayor medida de vehículos tipo camper. Durante la tarde del día anterior, a la hora de decidir partir a la isla y comprar los billetes por Internet, con la empresa Caledonian MacBryne, muchas horas estaban agotadas, las mejores. Compramos billetes para partir sobre las 18:00 horas y al día siguiente mismo horario aproximado para regresar, significa perder mucho tiempo útil de itinerario, tal como hemos organizado las jornadas.

La única solución posible para ganar horas, es presentarse en el puerto y optar a algunas de las plazas que quedan libres y no salen a la venta. En caso de estar adelantados en la fila asignada por los empleados, debido a no disponer de billete, hay posibilidades de partir antes, sino, deberemos esperar al siguiente barco y en último caso al del boleto comprado. Como al llegar acaba de zarpar un barco con destino a la isla de Mull, somos los primeros en la fila asignada como reservas. Así que disponemos de tiempo suficiente para visitar Oban con calma y olvidarnos del vehículo que queda estacionado en el puerto. Tenemos suerte y finalmente embarcamos en el siguiente.

La ciudad dispone de una posición privilegiada, debería ser el centro de operaciones para investigar con creces el entorno y dedicar un tiempo alto en las vacaciones. Por el oeste hay una abanico de islas por descubrir, vivir por aquí tiene que ser muy divertido en cuanto a excursiones con la familia, en efecto es la puerta de entrada a las islas y una de las capitales del marisco de Escocia. Esta ciudad es una visita forzada en cualquier viaje a este país. Estamos en condiciones de afirmar que Oban es un top.

En cuanto a un paseo por Oban, entre buenos restaurantes, todo tipo de comercios y un ambiente perfecto, hay que resaltar las siguientes recomendaciones y opciones:

  • La bahía y el centro de Oban donde caminar con calma
  • McCaig’s Tower como mirador en una especie de anfiteatro en las alturas de la ciudad 
  • Visitar la destilería de Oban en el mismo centro principal 
  • Contratar excursiones en barco para ver animales salvajes 
  • Llegar al castillo de Dunollie en el paseo marítimo
  • Comer marisco fresco en puestos del puerto o un fish&chips
  • Viajar a las islas cercanas o lejanas

Toca embarcar, la salida del puerto es memorable en cuanto al paisaje, no hay desperdicios, es un aviso. La isla de Mull espera en cerca de una hora de navegación, el puerto de destino es en la pequeña villa de Craignure. Durante el viaje, entra tanta perfección, hay dos espacios que son más llamativos desde la distancia, el Lismore Lighthouse y el Duart Castle, este ultimo en la misma isla de Mull.

Isla de Mull, como calificar este lugar de las Hébridas interiores, la tercera más grande del país y situada en la costa occidental. Quizás con las pinceladas sobre el recorrido por la misma, definimos a esta isla.

Al salir del puerto, ya conduciendo, hay que tomar la primera decisión, que obviamente ya está tomada con antelación. Hacia la izquierda rumbo a Fionnphort, principal punto de acceso a las reclamadas islas de Iona y Staffa, que tenemos que rechazar por tener otros objetivos, pero quién sabe si es un grave error. A mano derecha, nuestra prioridad, dirección a Tobermory. Una aclaración, circular por la isla es extremadamente lento, hasta por momentos pesado, la gran parte de red de carreteras es de tipo «passing place», pero la buena ventura es la majestuosidad del terreno, es imposible cansarse.

Las vacas de las Highlands son famosas en todo el mundo. Pues bien, es aquí, en la isla de Mull, donde más concentración de estos animales hemos visualizado, superando ya a los gaiteros con claridad. En la carretera aparece un barco varado en plena orilla que es muy típico en fotografías y es por estos caminos donde paramos a fotografiar a estos animales bovinos autóctonos con este pelaje tan curioso entre risas, porque son graciosos.

Sin más, llegamos a Tobermory y aparcamos de forma gratuita en el mismo puerto y gratis, esto son plausibles iniciativas de la principal ciudad de la isla. Edificios pintados de vivos colores con tejados de pizzara en el paseo marítimo, variedad de comercios, galerías de arte y de preciosos objetos, un puerto brillante y restaurantes, para enamorarse. Los reflejos en el agua de las casas es la mejor imagen de la bahía aunque incluso la lluvia hace acto de presencia y disminuye el brillo.

Pero seguimos explorando Tobermory y encontramos la misma destilería en el puerto, encantadora y con un olor a whisky que impregna. Además, hay un pequeño acuario que no dudamos en entrar para colaborar con la causa, muy bien cuidado y estupendas explicaciones. Hasta tienen plancton para ver en el microscopio y las especies más habituales de estos mares de Escocia. Experiencia única y aprendizaje básico.

 

Además, en el mismo puerto, hay lavabos y hasta duchas a precios imbatibles, lavandería y muchos más servicios a disposición del público, y es de agradecer por parte de los usuarios de furgonetas.

Es pronto, pero el hambre aprieta, y mucho más después de ver a lugareños comiendo un fish&chips, así que como indica el dicho, allí donde fueres haz lo que vieres. Id a Tobermory y probad un pescado con patatas. El día ya vale la pena.

Para dormir, trasponemos a la costa oeste de la isla, por una carretera lenta y angosta pero encantadora, la gran totalidad del recorrido por la B8073 es casi en solitario.

Cuando inviertes una buena suma de dinero en una furgoneta de este estilo, esperas aprovechar las noches en sitios especiales, la bahía de Calgary encaja en estas premisas. Una playa de arena blanca entre pequeñas dunas y bajas montañas cerca de un castillo. Hay un punto dedicado a la acampada libre, con lavabos gratuitos, y otra zona más bien tipo picnic con una especie de cafetería y heladería, que es donde descansamos. La tarde, el anochecer y el amanecer, es para el recuerdo. PERNOCTA