MALLAIG – GLENFINNAN – FORT WILLIAM – GLENCOE #95km#

El viaje continua, aunque este día es mucho más tranquilo y pausado, la paliza de la jornada previa aún pesaba en las piernas. Abandonamos la isla de Skye desde el pequeño puerto de Armadale en busca de Mallaig, un pueblo de las tierras altas del noroeste de Escocia. Es la habitual conexión para entrar o salir de la gran isla de Skye por mar. Una pena marchar de tal lugar marciano, lunar.

Recordad que en el noreste hay un puente que permite acceder directamente desde Kyle of Lochalsh a la isla de Skye. No tenemos billete, pero tampoco hay demasiado volumen de tráfico, a la fila, pagar y esperar a embarcar. Esto es un poco lotería, en meses de pleno verano puede ser mejor comprar con antelación por Internet para evitar esperar interminables. Al final tampoco caben tantos vehículos, y si aparece un autocar o camión, la situación empeora.

La empresa Caledonian MacBrayne es la que gestiona estas travesías y el viaje es de algo más de media hora. Muy entretenido por las hermosas vistas de salida y entrada al puerto observando las maniobras de la tripulación, amén de los paisajes.

Una empresa muy seria y con precios muy adecuados. Cómo es posible que dos adultos, un niño y una furgoneta pagan poco más de 20 € por un viaje en ferry de más de media hora y dos cafés de «costa» o «starbucks» de tamaño mediano cuestan 12 € en cualquier punto del Reino Unido…

Mallaig es una ciudad aparentemente simple con puerto, pero al salir encontramos una estación de tren y algún que otro personaje con cámara en mano. Miramos y es que está a punto de partir el tren Jacobita, el expreso de Hogwarts, el mismo de la historia de Harry Potter. Hay que comentar que la ruta original del tren enlaza las estaciones de Fort William con Mallaig, para completar una ruta de 84 millas y cerca de 6 horas de viaje.

La siguiente placentera parada en el camino es en el mismo viaducto de Glenfinnan, no tiene pérdida, carretera dirección a Fort William. Aparcamos en el centro de visitantes con área de picnic, un pequeño local de comida y bebida muy suculento, tienda de recuerdos, lavabos, etc… muy bien.

Primero centramos la visita al viaducto, ya divisamos desde la distancia la perfecta construcción de 21 arcos que parece totalmente recta, aunque es un efecto óptico, en realidad tiene curva. El camino hasta la base es corto y muy ameno con un pequeño riachuelo al margen derecho. El niño con la bicicleta va por todos lados, que maravilla y que despreocupación.

En la colina, en ambos flancos, gente esperando al pase del tren, así que hemos llegado por casualidad bien de tiempo. El tren circula cuatro veces al día, conveniente mirar los horarios.

Subimos un poco para recalar en una buena posición, cámara en mano preparada y algún tentempié porque aprieta el hambre hasta escuchar un ruido de lejos. Finalmente el momento más deseado, la cumbre, un instante corto pero intenso. Mira que no somos fans de Harry Potter, no he visto las películas, pero el ambiente del viaducto y del paso del dichoso tren humeante es rentable, compensa en el modo viaje. Traqueteos, nube blanca de humo, pitidos… la locomotora y la fila de vagones presente. El gran tren de vapor.

Una vez el tren repleto de pasajeros, respectivos saludos entre todos los citados en el paraje, sale de la perspectiva, todo el mundo colina abajo y a otras tareas del viaje.

Perfecto picnic, como no podía ser de otra manera y a seguir con los elementos que proporciona Glenfinnan, más historia. Queda el monumento de Glenfinnan, alzado sobre el lago Shiel y un mirador con notables panorámicas de todo alrededor, contando el viaducto, el monumento y el lago. Una de las más famosas postales y recuerdos de Escocia. Con total rotundidad.

Monumento erigido al levantamiento jacobita que lideró el mismo Bonnie Prince Charlie, que murió en la isla de Skye en 1790. El paisaje es sobrecogedor, lastima que el ascenso a la torre es de pago.

El ultimo esfuerzo es subir al mirador, cinco minutos caminando para recoger el premio, deleitarse con el conjunto. Poco más que añadir.

Aún estamos en el espacio de las Highlands, territorio evocador, que poco a poco vamos desvelando. Castillos, montañas, clanes, gaitas y hasta las vacas peludas de las tierras altas, que por cierto escasean. De momento han salido a la palestra más gaiteros que vacas peludas.

Paramos para hacer compras en un supermercado de la importante población de Fort William, protegida del Ben Nevis, el monte más alto de Gran Bretaña con 1.343 metros de altitud. Volvemos de nuevo al Great Glen, la falla que dividía Escocia en dos mitades, donde el canal de Caledonia recorre el país en vertical. El lago Ness está en el norte, y ahora mismo las aguas del lago Linnhe son las protagonistas.

Hay un acceso por carretera hasta el Glen Nevis, por donde transita el río Nevis, hay alguna cascada y la cercanía sobre el Ben Nevis es ya mayor, normalmente es difícil observar desde Fort William por la niebla. Hay algún que otro camping y varios puntos para pernoctar con calma.

La tarde está complicada a nivel de clima, lluvia, frío y niebla. Avanzamos para plantar la furgoneta y hacer una tarde de reunión en el interior. Estamos de pleno en otro idilio con la naturaleza, una sucesión de montañas que cautivan al viajero. El valle del Glencoe, en verano punto de reunión de senderistas, en invierno una gran estación de esquí. Al día siguiente incidiremos más en la carretera A82, que es la que percute entre los picos.

El rinconcito para la tarde y noche es otro premio, estamos en la influencia de Ballachulish, pegados al lago Achtriochtan. PERNOCTA EN GLENCOE