LA PLAZA DEL DUOMO

Para poder aparcar el coche conviene elegir un hotel un poco alejado del centro. Luego ya es una evidencia en una ciudad tan grande, que el transporte público, en esta ocasión metro o tranvía, es necesario usar. Mejor comprar un billete de todo el día llamado «giornaliero», que resulta más económico.

Milán es la capital de la región italiana de Lombardía. Segunda ciudad más poblada de Italia y definida hasta capital económica transalpina. En el mundo de la moda, incluso, es otra gran capital junto con París.

Si hay un edificio religioso importante en la ciudad, ese es la catedral de Milán, o Duomo en italiano y de estilo gótico. Está situada en una gran plaza que es el centro del núcleo urbano desde casi el Imperio Romano. El interior es bastante sobrio y la mejor opción es ascender mediante ascensor o escaleras a la cumbre, donde está la estatua de cobre dorado llamada «Madonnina». Genial opción ver los detalles del Duomo desde la altura.

Al lado del Duomo están las galerías Vittorio Emanuele II, con acceso por un gran arco. Quizás el interior destaca por su gran cúpula central, las firmas comerciales de grandes marcas y por hacer un poco la turistada también, de pisar los testículos de un toro justo debajo de la cúpula y dar tres vueltas. En este caso, si somos escrupulosos con la tradición, volveremos a Milán.

Saliendo de las galerías aparece la plaza de la Scala, con la sede del ayuntamieno en el palacio Marino y un teatro con el mismo nombre que la plaza.

LA VIEJA MILÁN

Con metro decidimos llegar hasta la parada Montenapoleone. Aquí están la calles conocidas como «cuadrilátero de oro«. Evidentemente es el centro de la moda italiana formado por las calles Montenapoleone, Sant’ Andrea, Spiga y Manzoni, en un cuadrado casi imaginario.

Caminando tranquilamente, siempre la mejor manera de ver una ciudad, iniciamos la marcha hacia el área de Brera, pasando únicamente por la calle principal en la llamada «bohemia de lujo». Con edificios construidos en siglos pasados, brilla entre otros el palacio de Brera.

Es un barrio de artistas, siempre elegido por estos personajes debido a la exclusividad y elegancia. Las calles principales para pasear con cafés y restaurantes son vía Solferino, vía Pontaccio, corso Garibaldi y corso Como.

En el palacio mencionado se asienta la pinacoteca de Brera, uno de los grandes museos del mundo con colecciones ilustres de pintura moderna y antigua. Únicamente dedicamos tiempo a su patio principal.

EL FRESCO DE LA ÚLTIMA CENA

Con media tarde encima, de nuevo en metro, cambiamos a otro tercio de la vieja ciudad para ir al castillo Sforzesco, bajando en la parada Cadorna y tras varios trasbordos desde nuestra última posición. El interior de la construcción es de visita gratuita exceptuando los museos. Todo el castillo se encuentra en el parque Sempione, de grandes dimensiones al estilo de jardín inglés. Aprovechamos para hacer una cabezadita y descansar un rato en el césped y evitar un poco el calor agotador.

Y ya sin prisa pero sin pausa, fuimos hasta la iglesia Santa Maria de la Grazie, para así dar uso a nuestra visita concertada reservada por internet y admirar el Cenacolo Vinciano. Soberbia obra del conocido autor italiano Leonardo da Vinci.

La Última Cena es una de las obras más geniales del mundo y es imperdonable no apreciar el fresco. De todas maneras, para acceder al comedor, parece que entras en un búnker por que se van abriendo y cerrando puertas antes de entrar a la sala donde se encuentra la imagen. Un espacio con muchas cámaras de vídeo vigilancia y con personal amaestrado para evitar fotografías y desperfectos.

Con cansancio generalizado, fruto de conducir de noche y empezar el itinerario matutino prácticamente sin descansar, era mejor pensamiento ir a dormir y posponer el resto de imprescindibles de Milán para otra ocasión. Tengo apuntado como interesantes la basílica de Sant’ Ambrogio, visitar la dársena (donde convergen los dos canales de agua del río Ticino) en la zona de los Navigli y así hacer un buen aperitivo en la happy hour, y por último, la plaza Mercanti.

Milán nos ha parecido una ciudad muy grande y algo descuidada o sucia. Tiene lugares de interés pero quizás con un día haya más que suficiente para valorarla. Tiene el encanto particular del tranvía que prácticamente pasa por todas las calles aunque también genera mucho tráfico y retenciones estresantes.