PUSHKAR

Otra vez reza una jornada de traslado para completar el recorrido entre las ciudades de Udaipur y Pushkar. Cerca de 280 kilómetros que evidentemente cada vez son más pesados.

La relación con el taxista también es cada vez más tensa, ya ha sido advertido varias veces de que engañar al cliente no es una buena práctica y está sobre aviso. La próxima vez que intente ahorrarse alguna visita marcada, realizar un cambio improvisto de hotel o embaucarnos con visitas a tiendas de dudosa reputación, finalizará los servicios antes de tiempo.

Contratamos un servicio de taxi con hoteles fijados con una empresa de Varanasi. Al final la experiencia ha sido simplemente de nota suficiente. Es que el mayorista contratado desde Varanasi para el circuito completo por el Rajasthan, intenta antes o después estafar dinero al viajero. Así que mucho cuidado y tener todo bien ligado con documentación y pagar siempre el precio total al final de los servicios.

En carretera el conductor es capaz de realizar una maniobra que roza la delincuencia. Incluso avisa con la señal de emergencia en la autopista con los cuatro intermitentes para retroceder cerca de un kilómetro marcha atrás debido a un error en la salida. Así es la vida en India.

En cuanto a Pushkar, hay que indicar que es una de las ciudades que más han destacado en el viaje y no importaría volver en una supuesta segunda ruta por estas tierras tan profundas.

También es el primer destino con más mendicidad con menores, timos de supuestos rituales de flores, personas moribundas o con enfermedades pidiendo dinero y situaciones hasta detestables. Intentan sacar dinero con una pobre vaca pintada de rojo con cinco piernas, un problema genético que tienen muchas vacas con una pequeña extremidad en el lomo. Y monos, que también hay monos por los tejados.

El único templo dedicado al diós Brahma en el mundo está ubicado en esta ciudad. Un cisne con un loto en el pico dejó caer la flor en el lago como indica la religión hindú y así Pushkar es centro de peregrinaje y de visitantes.

Así que con toda esta historia, el lago de la ciudad de Puskhar, con ni más ni menos que 52 ghats, puertas de acceso mediante escaleras al lago de aguas sagradas, es pura devoción. Lugar especial para observar a los fieles bañarse y realizar todo tipo de ofrendas con los siete elementos, la llamada «puja».

Casualmente coincidimos en la ciudad con las fechas donde es realizada la feria del camello, un acontecimiento único que otorga a la ciudad más gentío y colorido. Esta feria es famosa en India donde nómadas venden camellos y caballos básicamente. Hay cientos de tiendas al aire libre y un ir y venir de personas buscando sobrevivir. Un festival muy apreciado por fotógrafos y en general por cualquier viajero.

Centramos la visita en recorrer las calles principales de la ciudad y visitar el lago para observar de primera mano los ghats. Accedimos por la noche al templo de Brahma que es precioso aunque está prohibido realizar fotografías. Posteriormente paseamos por la feria del camello pero por la parte más comercial.

Al día siguiente por la mañana teníamos una visita guiada y aprenderíamos un poco más sobre el hinduismo y hasta el compañero realizaría una ofrenda algo ficticia. Más tarde el camino proseguía hacia la capital de toda la región, la misma y ya extenuante Jaipur.