Iniciamos la ruta en vehículo por Bulgaria. El objetivo es alcanzar el noroeste del país, muy cerca de la línea fronteriza con Serbia y hasta con Rumanía. ¿Merece la pena emplear tres de camino y quedar algo descolocados de los caminos más habituales? La respuesta es afirmativa. Cerca de 170 kilómetros separan a la capital de un lugar primordial en el viaje como es la fortaleza de Belogradchik. Otro enclave importante, la cueva de Magura, pierde exponencialmente renta debido a que las pinturas de época incluso de antes de cristo, están cerradas por motivos administrativos. Una absoluta decepción.

La compañía nacional de alquiler de coches es «Top rent a car». Tiene buenos precios y opiniones en general notables, pero sólo proporciona disponibilidad en el aeropuerto de Sofía. En nuestro caso, queríamos alquilar en el centro de la ciudad, y después de analizar diferentes opciones, elegimos la compañía «Europcar» a muy bien precio. Es una lástima que siempre la cuenta aumenta debido a seguros para reducir franquicias, conductores adicionales y demás incrementos absurdos. Pero de todas formas, el alquiler es barato en confrontación con otros países.

La gasolina en Bulgaria está mucho más barata que en España, incluso por debajo del euro el litro. Y el precio del diésel y de la gasolina es el mismo normalmente, algo de nuevo chocante. Otro aspecto importante a tener en cuenta, es que hay que disponer una viñeta para circular por el país, hasta incluso en carreteras nacionales hay peajes automáticos. En este caso el coche de alquiler ya dispone y nos desentendemos del tema. 


CUEVA DE MAGURA

Por cuestiones de tiempo, la última entrada a la cueva en otoño es a las 16:00 horas, por tanto, iniciamos la visita en la cueva de Magura a primera hora de la tarde. Está posicionada en la población de Rabisha, que contempla un pequeño lago sin demasiada gracia. Un lugar remoto a cerca de medía hora de Belogradchik, que es la población más importante de esta zona. Allí no aparece cualquiera.

La gran decepción, es que en la recepción nos indican que las pinturas ancestrales, precisamente la galería donde están los llamativos dibujos rupestres de hace siglos, está cerrada por orden de la administración por motivos de actos de vandalismo. Es un poco llamativo, en la entrada sólo esperamos dos adultos españoles y dos adultos alemanes con dos niños menores de edad que viajan en camper. Además, la entrada es con guía y no entiendo bien que delincuencia podemos ofrecer. Un tanto extraño y parece ser que por esta situación, la cueva poco a poco va perdiendo fuelle tal como nos comenta un guía decepcionado también en general.

La cueva en general es bastante simple, dos kilómetros con cámaras y las características formaciones de cualquier cueva humilde. Encima al final del camino, el tren para volver al inicio no está operativo y hay que andar otros tantos kilómetros sin ningún interés. Después de visitar las cuevas de Eslovenia, no merece la pena alcanzar Magura si no es por ver las pinturas o porque no hemos visto una cueva en la vida. Una pena.

Para colmo, en las primeras escaleras, mi amigo repentinamente resbala y de milagro no tenemos un buen susto. La cueva desliza una barbaridad, hay que tener mucha precaución. Después de este fracaso absoluto, en el alojamiento, indican que la cueva de Venetsa está más cerca y es más espectacular. «Alfonso, ves bajando de lado que resbala un huevo»; «Qué dices tío». Acaba la frase y está rodando por las escaleras. Todo el recorrido rezagado y sin disfrutar magullado.

FORTALEZA DE BELOGRADCHIK

La suerte cambia con la gran fortaleza de Belogradchik. Las soberbias formaciones rocosas al llegar al pueblo son una evidencia, al más puro estilo del macizo rocoso de Montserrat, en Barcelona. En la parte alta de la localidad, un conjunto de formaciones en forma de pináculo, tuvo una misión defensiva en tiempos pasados casi inexpugnable, como se suele decir. La fortaleza queda rematada con el bastión inferior. Una verdadera delicia.

El acceso a la fortaleza es de manera individual, y en la parte superior, es posible caminar prácticamente por cualquier formación rocosa y obtener así unas vistas estupendas. Ahora bien, hay que tener algo de precaución porque hay lugares peligrosos donde caer al vacío. Un indispensable del viaje.


Fuera del itinerario más turístico, la población de Belogradchik, en general es casi fantasma al anochecer, no hay ni un alma por la calle, únicamente algún policía tomando café. Por fortuna, hay una taberna excelente donde comer hasta saciarse y muy económico. La «mehana» Markashnitsa es una buena plaza para acabar la jornada de trabajo. Parrillada de carne, la original ensalada búlgara «shopska», bebida, postre, café, licor… y todo por menos de diez euros por barba. Las cartas en Bulgaria son muy generosas, hasta exageradas. Encima es un poco complicado leerlas, está el idioma local y el inglés un poco apelotonado, pero bueno, merece la pena hacer un esfuerzo de lectura.

Tenemos alojamiento en el Castle Cottage, bien situado debajo de la fortaleza, vale la pena ir caminando. Buen desayuno, buena anfitriona y una excelente relación calidad y precio en un sitio más bien de tipo rústico. Excelente.


Alerta! La conducción en Bulgaria en núcleo urbano es buena, incluso los pasos de peatones son respetados de manera generalizada. Ahora bien, es salir a una vía interurbana y el peligro aumenta. Los adelantamientos son en determinados momentos criminales. Parece esta la razón de ver lápidas y fotografías de personas difuntas por toda carretera del país. Cuidado.